El primer paso para resolver un problema es identificarlo.
El mundo ha reconocido, por fin, que su dependencia de los combustibles fósiles es un peligro para su existencia.
Los representantes de casi 200 países acordaron, por primera vez, dar pasos para abandonar el uso del petróleo, gas y del carbón con el fin de frenar el cambio climático.
El histórico pacto fue conseguido en la cumbre de Naciones Unidas COP28, que en las últimas dos semanas se ha celebrado en Dubái (Emiratos Árabes Unidos).
Sin embargo, el acuerdo se antoja difícil de materializar y no sólo porque no incluye compromisos explícitos sobre la eliminación o reducción del uso de los combustibles fósiles, como reclamaban muchos países, grupos de la sociedad civil y científicos, sino por otras razones.
En el siguiente artículo Justin Rowlatt, editor climático de la BBC, explica qué tan factible es que la humanidad cambie las fuentes de las que obtiene la energía con la que se ilumina, calienta, desplaza y en general impulsa la economía.
Una montaña difícil de bajar
Los meteorólogos y expertos climáticos aseguran que la humanidad está por marcar un hito, apuntó Rowlatt.
En los próximos años se superará el “pico” de consumo de los combustibles fósiles; es decir, el mundo alcanzará su nivel máximo de uso de carbón, petróleo y gas. Sin embargo, a partir allí la demanda comenzará a disminuir.
Esto último es un logro increíble y algo que se debería celebrar con mucho entusiasmo, pero también plantea interrogantes.
¿Qué tan rápido se producirá la transición a un nuevo modelo energético limpio? ¿Ese nuevo modelo llegará antes de que hayamos quemado el planeta?
La montaña de combustibles fósiles sobre la que la humanidad ha construido su civilización es mucho más alta de lo que la mayoría de nosotros creemos y, por lo tanto, será difícil bajar de ella.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) predice que el uso global de combustibles fósiles alcanzará su punto máximo en 2025, incluso si los gobiernos no introducen ninguna política climática nueva.
El director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol, calificó esto como un “punto de inflexión histórico”.
¿A qué tipo de desafío nos enfrentamos?
El académico y experto en el papel de la energía en la sociedad humana Vaclav Smil explicó que la energía no es simplemente un insumo en la economía global, como el acero, la innovación o la tecnología de la información: es la economía.
“La economía básicamente consiste en convertir una forma de energía en otra, eso es todo, ¿verdad? Sin energía no hay economía“, dijo.
Smil es profundamente escéptico acerca de la facilidad con la que dejaremos de utilizar los combustibles que están calentando el planeta.
“Somos una sociedad de combustibles fósiles”, dijo, subrayando que estamos hablando de 1.000 millones de toneladas de acero al año, 4.000 millones de toneladas de cemento y 4.000 millones de toneladas de combustibles líquidos. Estos números astronómicos están casi más allá de nuestra comprensión.
Eso refleja cuán central es la energía en absolutamente todo lo que hacemos.
La especie humana existe desde hace unos 300.000 años y durante 299.000 de esos años, prácticamente todos vivíamos menos y vidas marcadas por el trabajo pesado y la pobreza.
Sin embargo, todo empezó a cambiar alrededor del siglo XIX, cuando empezamos a explotar las enormes reservas de combustibles fósiles.
El uso del carbón, el petróleo y el gas desató la revolución industrial y con ella un crecimiento económico explosivo.
Los caballos dieron paso a la máquina de vapor, luego al motor de combustión interna y luego al motor a reacción.
Y al mismo tiempo la población humana creció: de un par de millones de personas al final de la edad de hielo, a 1.000 millones en los albores de la revolución industrial y ahora a más de 8.000 millones.
La productividad sin precedentes del mundo industrial significa que la mayoría de los humanos disfrutamos de una prosperidad y salud que nuestros abuelos encontrarían sorprendentes.
Nuestros ancestros cazadores y recolectores se las arreglaban con unos 10 gigajulios de energía al año, pero hoy un estadounidense promedio consume 50 veces más, estimó el profesor Smil.
Esto revela que la montaña de energía que hemos escalado es gigantesca.
Mucho camino por recorrer
Actualmente el 80% de la energía que utilizamos todavía proviene de los combustibles fósiles. Reducir estos números es el desafío de la próxima revolución energética que debió gestarse en la COP28.
La energía eólica y solar, las dos grandes esperanzas para un futuro energético limpio, han ido creciendo rápidamente. En 2022 ambas representaron alrededor del 12% de la electricidad generada, frente a prácticamente nada hace apenas unas décadas, según las cifras de la AIE.
Pero la mayor parte de la electricidad (el 70% del total) todavía se genera a partir de carbón, petróleo y gas.
Y la electricidad representa sólo una quinta parte del consumo total de energía del mundo.
Por tanto, la energía eólica y solar en realidad sólo son responsables de alrededor del 2% del suministro energético mundial.
La razón por la que estamos alcanzando la cima de la montaña de combustibles fósiles tiene más que ver con la creciente eficiencia de las centrales eléctricas, acerías, fábricas de vidrio, barcos, aviones y automóviles que con las energías renovables.
Entonces, ¿puede la humanidad prescindir de ellos?
Chris Stark, jefe del Comité de Cambio Climático de Reino Unido, es más optimista que el profesor Smil.
El funcionario aseveró que lo decidido en la COP28 implicará electrificar prácticamente todo, y los dispositivos eléctricos tienden a ser más eficientes que los que funcionan con combustibles fósiles.
“Piense en el calor que desprende el capó de su automóvil. Eso es un desperdicio de energía. Eso no ocurre con un vehículo eléctrico“, explicó.
Otro ejemplo es el siguiente: por cada unidad de energía que se usa en una caldera de gas se obtiene una unidad de calor. Sin embargo, en una bomba de calor eléctrica se obtienen tres.
Stark sostienen que al cambiar la solución eléctrica se reduce la demanda de energía, lo que hace que la montaña energética sea más pequeña.
No tan caro como se pensaba
La electricidad renovable es ahora más barata que la obtenida a partir de los combustibles fósiles, por lo que la transición permitirá ahorrar dinero, agregó Stark.
El funcionario británico aseguró que la transición podrá realizarse sin grandes subsidios estatales.
Sin embargo, con las energías renovables los grandes costos son iniciales, cuando se instalan los paneles solares o las turbinas eólicas.
Los ahorros se obtienen luego debido a que el combustible (sol y viento) es gratuito.
Esos costos iniciales son un problema para los países más pobres.
Pero también hay avances en esta área, gracias a los esfuerzos de la primera ministra de la pequeña Barbados, Mia Mottley.
Un inversor que busca dinero para instalar una granja solar en Alemania paga entre un cuatro y un cinco por ciento anual por un préstamo, en Zambia este porcentaje llega 20%, afirman colaboradores de la mandataria caribeña.
Mottley asegura tener formas de reducir esas tasas de interés y ahora cuenta con el respaldo del nuevo director del Banco Mundial.
De absorberse parte del riesgo de invertir dinero en energías renovables en los países en desarrollo, esto podría liberar cientos de miles de millones de dólares en préstamos de bancos y otras organizaciones comerciales, explicó Mottley.
Así que estamos avanzando. La AIE predice que la proporción de combustibles fósiles en el suministro mundial de energía, estancada durante décadas en alrededor del 80%, disminuirá al 73% para 2030.
“La transición hacia la energía limpia está ocurriendo en todo el mundo y es imparable. No es una cuestión de “si”, es sólo una cuestión de “cuán pronto” y cuanto antes, mejor para todos nosotros”, afirmó el director ejecutivo del organismo, Fatih Birol.
Sin embargo, hay que recordar lo grande que es la montaña. Se necesita electrificar todo para todos los habitantes del planeta y debemos hacerlo prácticamente de una vez, pues la ciencia alerta que sólo nos quedan un par de décadas.