La ralentización en el ritmo de caída de la inflación invita a la prudencia en la decisión de tasas, sin desconocer la urgencia de la reactivación.
En sintonía con lo que esperan los analistas, la variación anual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de mayo pasado registró 7,16 por ciento. Si bien este dato de inflación es igual al reportado en abril pasado, implica asimismo una caída de 5,2 puntos porcentuales con respecto al mismo mes del 2023.
Es decir, el IPC mantiene esa bienvenida tendencia a la baja, pero su ritmo de descenso muestra señales de ralentización.
Tras trece meses consecutivos de caídas, la inflación anual se estanca y, aunque no hay que exagerar las alarmas, sí amerita revisar con mayor atención esas presiones y riesgos que impiden que el IPC descienda a una velocidad más rápida. La variación anual de los precios está siendo jalonada por alojamiento -que contribuye con 2,77 puntos porcentuales- transporte- 1,2 puntos porcentuales- y restaurantes y hoteles -1,04 puntos porcentuales.
En el caso específico de los alimentos -protagonistas de la disparada inflacionaria de años recientes- sus precios ya no están disminuyendo al mismo ritmo con el que venían cayendo. Los efectos de los fenómenos climáticos de sequías de ‘El Niño’ -y el arranque de las lluvias- se sienten con fuerza en algunos productos agropecuarios de esta división de gasto. De hecho, puntualmente en mayo, el IPC de los hogares pobres y vulnerables fue ligeramente más alto que el de hogares de ingresos medios y altos: 0,55 y 0,53 por ciento frente a 0,43 y 0,34 por ciento, respectivamente.
Los impactos de los ajustes en los arriendos, de la indexación con respecto a los aumentos en el salario mínimo, los servicios públicos, las tarifas de la electricidad y las alzas en el precio de los combustibles han impedido que la inflación transite más rápidamente a los niveles cercanos al rango meta del Banco de la República: 2 a 4 por ciento. Más aún, con respecto a los datos registrados por otras economías latinoamericanas como México y Chile, el IPC colombiano se sostiene en índices demasiado altos.
Este informe de inflación del Dane llega en momentos en los que crecen las voces, más recientemente del Gobierno Nacional y los principales banqueros del país, que le solicitan a la junta directiva del Emisor una aceleración en la reducción de las tasas de interés que sirva como estímulo a la reactivación económica. Si bien el gerente del banco central, Leonardo Villar, afirmó que “lo peor y más doloroso del proceso de ajuste quedó atrás”, esta pausa en la “desinflación”- que la mayoría de analistas pronostica que será de corta duración- invita entonces a una lectura más prudente de la ruta a seguir.
La cuestión hoy no gira en torno al recorte de tasas, sino a la velocidad que este debe asumir en los próximos meses. No se puede negar que el “aterrizaje” de la economía nacional ha sido forzoso y la mantiene postrada con un crecimiento que borda en el estancamiento.
Los llamados de distintos actores productivos para una política del Emisor en torno a una mayor actividad económica parten de esta crisis y merecen ser atendidos. Por otro lado, esta ralentización en el ritmo de caída del IPC sugiere la conveniencia de evaluar cada paso frente a las tasas de interés con los datos a la mano y sin perder de vistas estos riesgos y presiones.
En conclusión, a la ruta del Banco de la República hacia una inflación tanto baja como estable, con tasas de interés reducidas y una dinámica de crecimiento sostenible, aún le falta camino.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
Información extraída de: https://www.portafolio.co/opinion/editorial/editorial-portafolio-falta-camino-606648