Para 2025, el presupuesto del país debe estar por encima de los $560 billones, uno de los más altos de la historia reciente, el lío ahora son las fuentes de financiación del Gobierno.
Los técnicos del Ministerio de Hacienda no deben estar dedicados a otra tarea distinta a armar el Presupuesto General de la Nación para 2025, un asunto arduo y definitivo que debe estar listo en menos de cuatro semanas para que el Congreso lo empiece a discutir en aras de aprobarlo antes del 1 de noviembre próximo.
Más allá de hacer un buen ejercicio financiero apegado a la ortodoxia tradicional de la cartera económica colombiana, el contexto es bien difícil porque los ingresos del Estado, en términos de recaudo de impuestos y de dividendos del petróleo, no son los mejores.
El Consejo Nacional de Política Económica y Social, Conpes, le envío un concepto favorable a la administración central para que se pueda endeudar hasta por US$5.000 millones, una cifra enorme que puede desestabilizar el país en términos de deuda externa si ese cupo no se sabe manejar; de allí a la necesidad de que los técnicos del ministro, Ricardo Bonilla, hagan una tarea profesional sin apegos políticos.
De acuerdo con el Documento Conpes 4135, “el concepto favorable permitirá a la Nación obtener créditos externos para la financiación del Presupuesto General de la Nación y futuras vigencias fiscales, conforme a las necesidades de financiamiento que se definan en el Marco Fiscal de Mediano Plazo que sea aprobado por el Consejo Nacional de Política Fiscal”.
Para nadie es un secreto que el Gobierno Nacional se encuentra en medio de una crisis de caja sin precedentes que lo obliga a reducir el Presupuesto de Inversión para el nuevo año en 53%, es decir, solo invertir $50 de cada $100 que tenía planeados; todo en un año crucial para el futuro de su legado de obras de infraestructura y de compromisos iniciales de campaña.
El tercer año de esta administración es determinante y, si no se tienen esos recursos, el país puede entrar en un terreno llano sin que suceda nada en el desarrollo en casi año y medio. El Conpes argumenta su decisión de dejar que el Gobierno se endeude más, aduciendo que una mayor emisión de bonos puede ser peor.
“En las condiciones de mercado actuales, el costo de financiamiento de las fuentes multilaterales y bilaterales está en niveles inferiores a los que la Nación podría obtener si optara por acudir a los mercados de capitales externos, a través de emisiones de bonos para obtener los mismos recursos”.
La cascada de deuda del Gobierno está creciendo peligrosamente: en marzo de 2023, el Consejo ya había avalado créditos hasta por US$3.000 millones, de los cuales se han desembolsado siete empréstitos externos por aproximadamente US$1.634,5 millones para financiar el Presupuesto General de las vigencias 2023 y 2024.
El escaso dinero con que cuenta el Gobierno Nacional es una realidad que crece y se complica con el paso de los días y las exigencias de un país que pide obras, mayores inversiones, pero sobre todo que no se pare ninguna de las entidades cruciales. Es malo dejar más endeudado al Estado, pero peor es frenar el Gobierno para que el daño sea mayor y cueste más tiempo reparar los efectos de un bajo recaudo y una extraviada política petrolera.
Información extraída de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/el-reto-de-armar-el-proximo-presupuesto-3913873