¿Y para cuándo los beneficios del empleador?

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La última década ha sido marcada por avances laborales, la semana de entre 30 o 40 horas es norma entre los países de la Ocde, pero para el empleador solo hay más costos e impuestos

Hasta hace unos años Colombia era el país de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, Ocde, con la jornada laboral más larga 48 horas en seis días, siempre habrá al menos uno de descanso. Las cosas cambiaron mediante una reforma laboral en el pasado gobierno, y desde esta segunda quincena de julio, las horas laborales semanales serán 44, luego de irse desescalando cada año de dos en dos, con base el proceso gradual de reducción de la jornada laboral sustentada en la Ley 2101 de 2021.

Y en un año, la jornada será de 42 horas la máxima jornada laboral en Colombia, eso sin contar las horas extras que se pacten con el empleador, que desde ya no se pagarán a 75% del salario, sino a 80%. Seguramente, vendrá un nuevo proyecto de ley en el próximo gobierno que baje el techo laboral semanal a niveles de países desarrollados que promedian 30 horas.

Hay que partir que los países con menor número de horas trabajadas a la semana privilegian el bienestar social, las políticas laborales sociales, el equilibrio entre la vida laboral y personal, mercados que incluso están cerca de las 28 horas; obviamente son países pequeños, de grandes rentas energéticas, que desde hace medio siglo se cuentan entre los estados desarrollados, pero en economías emergentes como Colombia, la situación es a otro precio: el ingreso per cápita no llega a los US$7.000, la tasa de crecimiento del PIB no supera 3%, la competitividad es de las más bajas entre las economías de la Ocde, y lo que es peor, la productividad o es de las mejores, no obstante, se aplican normas globalizadas en materia de jornadas laborales sin tener en cuenta la situación de los generadores de empleo que asumen las cargas tributarias y los costos parafiscales.

La globalización de los estándares laborales de países desarrollados genera impactos en los costos laborales de países como Colombia, sobre todo en los sectores cuyas principales actividades se desarrollan los fines de semana, puntualmente domingos y festivos. Por ejemplo, no se puede hablar de potenciar el turismo si al sector hotelero se le cargan más costos laborales; máxime cuando es una industria que funciona 24 horas del día.

En todos los avances laborales, horas extras, dominicales, jornada laboral semanal, no se ha tenido en cuenta el modelo de negocio del sector productivo que ve en estos avances una causa para irse a otros mercados o informalizarse.

No hay en la coyuntura actual, ni un beneficio para los empresarios que deben pagar más costos laborales de los mismos ingresos no crecientes; el caso más dramático es el del sector hostelero que cede ante la inseguridad, los altos impuestos y los costos laborales cada vez más inconscientes por parte del régimen laboral vigente.

Es importante que toda ley de beneficios laborales se sincronice con una de incentivos tributarios o de créditos blandos destinados a los sectores más golpeados; lo ideal es construir una economía en la que todos ganen, no una en la que solo algunos ponen.

Y se olvida también que la semana laboral de 4 días o de 40 horas existe “informalmente” en Colombia en donde hay más de 18 festivos, el día de la familia, del cumpleaños y unas vacaciones de 15 días ordinarios en promedio; el pacto por la competitividad, la productividad, no deben ser de algunos sectores, debe ser un mantra nacional para general más empleo, formal bien remunerado.

Información extraída de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/y-para-cuando-los-beneficios-del-empleador-4177658

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