La cautela debe seguir

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El leve repunte de la inflación muestra que, a pesar de la tendencia descendente, las presiones continúan y la prudencia es hoy la mejor consejera.

De acuerdo con el más reciente reporte del Dane, en julio pasado la variación anual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) experimentó un leve repunte: 4,9 % frente al 4,82 registrado en junio.

Si bien se mantiene una positiva senda descendente -en el mismo período del 2024 se reportó un 6,86 %-, es la tercera vez en este año que la inflación en Colombia reporta ligeros incrementos.
Este comportamiento fue impulsado por los precios de los alimentos, cuya contribución en julio fue de 0,15 puntos porcentuales.

A esta división de gasto se deben añadir la de alojamiento y servicios públicos y la de restaurantes y hoteles como las principales jalonadoras de la inflación en el último año.

Aunque este resultado sigue por debajo del 5%, que haya superado las estimaciones de los analistas no deja de despertar preocupación, en especial, con miras a finales de este 2025.

El descenso de la inflación, y sus beneficios sobre las finanzas de los hogares de menores ingresos, ha sido uno de los aspectos más destacados de los recientes balances de gestión de los tres años del gobierno Petro. No obstante, en comparación con otros países de la región, sigue alta.

Asimismo, la baja en las tasas de interés -que no han descendido al mismo ritmo que el IPC- han contribuido asimismo a un mejor entorno económico para los hogares y las empresas. De hecho, los ataques del Gobierno Nacional contra el Banco de la República por la prudencia en su política monetaria no han hecho sino incrementarse en tono y cantidad en los últimos meses.

La decisión de la junta directiva del Emisor de mantener las tasas de interés en 9,25% en su más reciente reunión de finales de julio desató la airada reacción del presidente de la República Gustavo Petro: “El Banco de la República quiere acabar la economía colombiana, porque apuesta electoralmente con mucha irresponsabilidad”.

Estos injustos señalamientos no sólo desconocen las razones técnicas detrás de estas determinaciones del banco central, sino también ignoran el papel que juegan en las presiones inflacionarias políticas del propio Gobierno como el desastroso manejo de las finanzas públicas. No hay ningún motivo para atribuir la política monetaria del Banco de la República a cálculos electorales y el presidente Petro se suma a otros mandatarios, como Donald Trump contra la Reserva Federal, en sus continuos ataques contra la necesaria independencia de los bancos centrales.

Más aún, lo que están reflejando los repuntes en la inflación anual, como el registrado en julio pasado, es precisamente que esas presiones y riesgos, identificados técnicamente por el Emisor y por analistas, continúan presentes en la economía nacional. La persistencia de los impactos sobre los precios de los aumentos en los costos laborales y el salario mínimo, los incrementos en las tarifas de servicios públicos como el gas, el creciente desequilibrio fiscal, los mayores precios internacionales de algunos productos y la incertidumbre comercial global y su efecto en la tasa de cambio, mantienen las alertas disparadas.

En otras palabras, ante este escenario, la cautela ejercida por la junta directiva del Banco de la República sobre las tasas de interés, que despierta tanto ataques presidenciales como preocupación en el sector empresarial, ha demostrado ser hoy la mejor consejera.

Lo anterior no implica que esté completamente cerrado el espacio para que, en las próximas reuniones, el Emisor opte por bienvenidas reducciones. Se requiere de esa prudente política monetaria para dominar, de una vez por todas, a la inflación.

FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER

Información extraída de: https://www.portafolio.co/opinion/editorial/editorial-portafolio-la-cautela-debe-seguir-637334

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