Entre más impuestos y revaluación

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En los últimos 120 días de 2025 se preparan los presupuestos del próximo año, hay que tener en cuenta la inflación que cede, alta revaluación, y por supuesto, la incertidumbre tributaria.

Una reforma tributaria en la agenda del Congreso de la República por más de $26 billones en medio del actual ambiente electoral es casi imposible que sea aprobada, al menos por todo ese monto, pero hay una alta probabilidad de que a varios sectores de la economía y a las personas naturales les caigan más impuestos; todo en un ambiente político crispado, de crecimiento raquítico y una inflación a la baja; esa es la coyuntura en la que los presidentes y gerentes de las empresas deberán construir sus presupuestos para 2026, un año con elecciones para Congreso en marzo, primera vuelta presidencial en mayo, segunda vuelta en junio, y además Mundial de Fútbol en Estados Unidos, un momento de país que puede ser muy prometedor si las fuerzas sociales se enfocan en una época de cambios.

La revaluación del peso tiene que ver con externalidades y es una situación que experimentan casi todos los mercados emergentes y se debe a la incertidumbre aposentada en la economía estadounidense que enfrenta el pulso con los aranceles, no solo con sus socios principales, sino con casi todos los países del mundo. Esa situación ha generado viento contra el dólar que no logra ganar valor con muchas monedas.

La aversión al riesgo global es la constante en los mercados, lo que se refleja en la tasa de cambio de los países; al entrar septiembre, el dólar en Colombia ligeramente sobrepasa los $4.000, un valor que no se preveía al inicio del año. Es difícil pronosticar cuánto costará un dólar en 2026, pero la tendencia de las externalidades seguramente se mantendrá en el panorama; lo que sí puede verse como probable es que el nuevo año vendrá con más impuestos, pues si bien el ambiente callejero en el Congreso para aprobar la reforma tributaria es negativo, en los pasillos y en los comentarios cerrados se ve como una oportunidad de negocios, para hacer lobby y sacarle partido a esta oportunidad, no solo con el Gobierno, sino con las empresas o sectores impactados.

Los resultados empresariales al primer semestre son buenos y el crecimiento económico puede estar más cerca de 3% que de 2,5%, a lo que se suma la reducción en la tasa del Banco de la República que puede ubicarse entre 8,5% al final del año con una inflación ligeramente por fuera del rango del Emisor de 4,6%; unos fundamentales favorables para ser optimistas con lo que pueda pasar el año nuevo.

Si el país elige mejor en marzo y en mayo, y el ambiente para hacer negocios se sostiene, es probable que la economía entre en una nueva fase de desarrollo, eso, si los congresistas no negocian impuestos leoninos o regresivos, lo que sería un ideal para que el país pueda mejorar y la percepción cambie.

Las propuestas de los congresistas, que quieren ir o volver al Senado y la Cámara, deben ir más en función del mejoramiento económico, las seguridades tributarias y de orden público y menos de pugnacidad política y sectarismo; por supuesto, los presidenciables ya están obligados a mutar su discurso y a hacer propuestas más efectivas en torno a la economía y al desarrollo social; está claro que la continuidad en estos momentos no es una opción, pero deben mostrar más las propuestas de aquí a 2030.

Solo si se logra elegir un Congreso admirable y un Ejecutivo enfocado en disminuir precariedades y aumentar el crecimiento de la economía, el país puede entrar con pie derecho en la tercera década del siglo XXI.

Información extraída de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/entre-mas-impuestos-y-revaluacion-4215809

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