¿Qué es la COP30 de Cambio Climático en la que participará Colombia?

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En Belém, Brasil, será la Conferencia de las Partes en la que el mundo deberá avanzar hacia acciones sólidas y ambiciosas, y renovar compromisos para enfrentar la crisis climática.

Del 10 al 21 de noviembre, el mundo se reunirá en Belém, Brasil, para la Conferencia de las Partes número 30 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático: la COP30 de Cambio Climático. Diez años del Acuerdo de París, esta cumbre en la Amazonía brasilera será decisiva para evaluar si los países están cumpliendo sus compromisos y, sobre todo, si realmente estamos a tiempo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C.

La COP es la instancia superior de gobierno de los tratados ambientales internacionales. En estos espacios los países toman decisiones colectivas, fijan metas y acuerdan mecanismos de implementación. En otras palabras, son las “mesas de negociación” en las que se define cómo actuar frente a las crisis globales.

Por eso la COP30 es un momento clave para que el mundo avance hacia una acción climática sólida y los países renueven sus compromisos con metas ambiciosas que conduzcan a una drástica reducción de las emisiones globales.

Desde allí, los países deberán no solo dialogar, sino acordar medidas concretas para abandonar progresivamente los combustibles fósiles, triplicar las energías renovables, duplicar la eficiencia energética, movilizar financiamiento climático a gran escala y garantizar justicia climática para las comunidades más vulnerables y pueblos indígenas y afrodescendientes que son las más afectadas por la crisis.

¿Por qué la Amazonia será clave en la COP30?

La elección de Belém como sede no es casualidad, ubicándose en el corazón de la Amazonía, uno de los ecosistemas más importantes para la regulación climática del planeta.

La Amazonía es el bosque tropical más grande del planeta, hogar de una de cada diez especies conocidas y fuente vital de agua dulce. Este bioma ofrece múltiples servicios ecosistémicos, que incluyen el almacenamiento del 10% del carbono global, el reciclaje masivo de agua del 50 al 75% de las precipitaciones anuales a la atmósfera a través de “ríos voladores”, la producción de alimentos que incluye 400.000 toneladas de pescado al año y una descarga de 200.000 m3 de agua dulce al Océano Atlántico cada segundo.

Sin embargo, el bosque se encuentra en un punto crítico. La deforestación, los incendios y las actividades extractivas ya han destruido alrededor del 18 % del bosque, y otro 17 % está degradado.  

La ciencia advierte que, si la pérdida de cobertura alcanza entre 20 % y 25 %, el ecosistema podría cruzar el llamado punto de no retorno, es decir, dejaría de regenerarse, perdiendo su función como sumidero de carbono y desencadenando impactos irreversibles sobre el clima global y las comunidades que dependen de él.

¿Y cómo se conecta la COP16 de Colombia con la COP30 de Brasil?

En Cali, la COP16 sentó las bases para implementar el Marco Global de Biodiversidad, avanzando en decisiones sobre financiamiento, monitoreo y sinergias con la agenda climática, como la creación de un órgano para pueblos indígenas y comunidades locales, el reconocimiento del rol de los pueblos afrodescendientes y el lanzamiento del “Fondo Cali” para compartir beneficios de la Información de Secuencias Digitales (DSI).

En Belém, la COP30 deberá dar el siguiente paso, asegurando que los compromisos climáticos nacionales se eleven en ambición y reconozcan a la naturaleza como aliada indispensable para cumplir la meta de 1,5 °C.

La pérdida de biodiversidad y la crisis climática son dos hechos globales que, juntos, pueden definir el rumbo de la acción ambiental en esta década crítica. Por tanto, que estas agendas se discutan de forma articulada, es fundamental.

Solo integrando la conservación de la naturaleza con las estrategias de mitigación de emisiones y adaptación al cambio climático será posible garantizar la resiliencia de los territorios, la seguridad hídrica y alimentaria, y el bienestar de las comunidades que dependen directamente de la salud de los ecosistemas.

Para América Latina, este recorrido es también un momento de liderazgo histórico. Desde la Amazonía hasta los Andes, desde los páramos hasta los manglares y arrecifes, la región concentra ecosistemas que son vitales para la estabilidad climática y la biodiversidad del planeta. Que Cali y Belém hayan sido elegidas sedes no es casualidad: es un llamado a mostrar al mundo que integrar biodiversidad y clima no es solo posible, sino urgente para construir un futuro justo, resiliente y sostenible. 

Información extraída de: https://www.wwf.org.co/de_interes/noticias/?397890/que-es-COP30-Brasil

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