La IA está generando frenesí en los mercados, no solo por las movidas empresariales e inversiones, sino porque los próximos años serán de cambio de época
Philippe Aghion, premio Nobel de Economía 2025, profesor en el Collège de France y en la London School of Economics, plantea en Project Syndicate que “si bien muchos analistas advierten que la inteligencia artificial socavará el empleo y ofrecerá solo modestas ganancias de productividad, los estudios empíricos siguen sugiriendo lo contrario. Con las políticas adecuadas, esta tecnología tiene un inmenso potencial para impulsar tanto el crecimiento como el empleo”.
Una sentencia que parece entenderla muy bien los mercados luego de las movidas empresariales que ha protagonizado Nvidia, al alcanzar una capitalización histórica de US$5 billones, gracias a la oleada de acuerdos del director ejecutivo, Jensen Huang, que catapultó la fiebre de la inteligencia artificial a nuevos niveles. Las acciones de la empresa subieron en la jornada de ayer hasta 5,2%, alcanzando US$211, lo que impulsó a Nvidia a superar las barreras.
Todo se ha dado, solo cuatro meses desde que la compañía cerrara acuerdos para suministrar chips a empresas como Nokia Oyj, Samsung Electronics y Hyundai Motor Group. Operaciones en las que todo gravita en torno a las disrupciones de la IA. Dice Aghion que “en Estados Unidos, la aparente desconexión entre el alza vertiginosa de las cotizaciones bursátiles y la caída total de ofertas de empleo (excluyendo el sector agrícola) ha alimentado el discurso mediático sobre la destrucción de empleos impulsada por la tecnología”.
La crítica es que aparecen empresas que utilizan inteligencia artificial para desempeñar puestos de trabajo administrativos, especialmente aquellos que suelen ocupar recién graduados y personas en puestos más bajos de la escala profesional.
“La situación es mucho más compleja, y no tan grave como sugieren las narrativas pesimistas. En lo que respecta al crecimiento de la productividad, la IA puede operar a través de dos canales distintos: automatizando tareas en la producción de bienes y servicios, y automatizando tareas en la producción de nuevas ideas (…) La productividad de los trabajadores con acceso a un asistente de IA aumentó casi 14% durante el primer mes de uso y se estabilizó en un nivel aproximadamente 25% superior al cabo de tres meses. Hay aumentos de productividad probados en grupos diversos de trabajadores del conocimiento, donde los trabajadores con menor productividad experimentan los efectos iniciales más fuertes, lo que reduce la desigualdad dentro de las empresas”.
El Nobel concluye que la próxima revolución tecnológica ya está en marcha. El futuro de países y economías enteras dependerá de su disposición y capacidad para adaptarse a ella, por tanto, los gobiernos y el sector productivo debe adaptarse a este cambio de época para mantenerse vigentes o al menos como gregario en la quinta revolución industrial que seguramente vendrá de la mano de la IA.
Aún las discusiones sobre los retos de la economía colombiana están en el paleolítico, concentradas en las visiones oscurantistas que satanizan la necesidad de dar el salto digital y -por lo menos- tener identificado dónde, cómo y por cuánto se va a generar la energía necesaria para hablar de las tecnologías de punta centradas en la productividad. Seguramente, ahora a final de año que se liberen los eventuales Cisnes Negros de la economía global para los meses por venir, muchos tendrán que ver con la explosión de la IA.



