Reflación: un nuevo riesgo que se asoma tras los datos de inflación de octubre

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La expansión fiscal y las rigideces productivas explicarían el repunte de este indicador en las cuentas del Dane.

La inflación volvió a subir en octubre y con ello apareció una palabra en el radar económico que si bien se acuñó hace casi un siglo, hasta el momento no era tenida en cuenta, dado que era vista como una posibilidad lejana que, sin embargo, toma fuerza con el contexto económico y fiscal que atraviesa el país.
Se trata de la reflación, término que dicho de forma simple, hace alusión a la presión que estaría ejerciendo el aumento del gasto público o del dinero circulante sobre los precios, con la idea de reactivar la economía. En otras palabras, es cuando el Estado estimula el consumo y la producción para evitar una recesión, aunque eso implique que los precios comiencen a subir.
Y es que no fue menor que el índice de precios al consumidor aumentara 0,18% mensual y llevara la inflación anual a 5,51%, según el Dane, confirmando de esta forma que el proceso desinflacionario se estancó y el costo de vida empieza a resistirse a bajar.

Un movimiento inducido

Este fenómeno, explicado por varios analistas, sugiere que la economía podría estar entrando en una fase donde los precios vuelven a repuntar luego de haber cedido y para expertos como Juan Carlos Echeverry, exministro de Hacienda, tiene ejemplos documentados en América Latina, que pueden servir como referencia.
“La reflación se refiere a un fenómeno que se presentó en Brasil y que obligó a subir tasas otra vez, porque las bajaron antes de que la inflación realmente se consolidara por debajo del 3%. Colombia podría estar caminando por el mismo borde”, acotó.

Con base en esto, la inflación, dijo el exministro, no es un asunto de rubros sueltos sino del equilibrio general entre oferta y demanda; explicando que “este año la demanda está creciendo más que la oferta” y que el Gobierno “tiene golpeada la regulación de muchos sectores claves como la vivienda, la industria manufacturera, la minería o el transporte”, lo que limita la capacidad de respuesta productiva; mientras que el gasto público y el consumo familiar se mantienen disparados.

Esa combinación de demanda expansiva y oferta debilitada, actúa como el motor de esta reflación incipiente y en palabras del propio Echeverry, “si la demanda aumenta más que la oferta, los precios tienen que subir”; dejando como resultado una economía que se recalienta por dentro, con efectos que trascienden las cifras del Dane; ya que la incertidumbre regresa, las tasas no bajan y los hogares sienten que la plata no alcanza.

Revisar por segmentos

Por otra parte, el informe de Itaú Colombia coincide en que “la inflación subyacente y total anual volvió a repuntar, sorprendiendo al alza al consenso”; acotando que los precios del consumidor subieron más de lo previsto y las principales presiones provinieron de vivienda, servicios públicos, hoteles y entretenimiento. Aunque los alimentos bajaron 0,35 % mensual, no fue suficiente para compensar los aumentos de otros sectores; por lo que “el listón sigue siendo alto para cualquier recorte de tasas”, según concluyó el banco.

Mariana Quinche, economista de BBVA Research, explicó que la inflación de octubre completó “cuatro meses consecutivos de incrementos” y que su aceleración obedeció tanto a la canasta sin alimentos como a la de alimentos, aunque la primera mostró un incremento más pronunciado; mientras que los perecederos y las carnes impulsaron la subida y el comportamiento de los bienes y servicios también confirmó presiones en ambas orillas.

De hecho, la inflación sin alimentos ni regulados, una de las métricas más vigiladas por el Banco de la República, aumentó a 4,99%. Esa tendencia, que había permanecido estable entre mayo y septiembre, rompió su quietud y volvió a ascender y el BBVA advierte que este repunte “representa un reto para el proceso desinflacionario en Colombia”; dando argumentos para la cautela de la Junta del Banco Central.

Desde Scotiabank Colpatria, Jackeline Piraján resaltó que el dato de octubre “fue superior al observado un año atrás” y que ello revirtió las ganancias logradas en la primera mitad del año, cuando la inflación se ubicó por debajo del 5%; resaltando que “la inflación de los servicios vuelve a acelerarse y se ubica cercana al 6 %. Los bienes, que estaban en torno al 2 %, ya superan el 5 %”.

Referencias para el mínimo

Piraján también advirtió que este nuevo dato será “la base de negociación del salario mínimo”, cuyo ajuste se discutirá en las próximas semanas y aunque el Gobierno ha sugerido un incremento de entre 11% y 12%, la analista recordó que “estas referencias de precios siguen siendo críticas para la discusión”, dado que una subida alta podría perpetuar la inercia inflacionaria mediante la indexación.
Esa inercia es, precisamente, el punto que más preocupa a Bancolombia, que en su análisis explicó que “la inflación anual de servicios se aceleró de nuevo, lo que confirma que la indexación alcanzó el 93%, su nivel más alto del año” y cuenta que esa rigidez hace que incluso cuando bajan los alimentos o algunos bienes, los precios no retrocedan al ritmo esperado y se mantengan riesgos alcistas.
El banco también subrayó que la inflación sin alimentos completó dos meses al alza y que la de bienes lleva nueve meses de incremento. En ese contexto, las presiones inflacionarias se mantienen por la “fortaleza de la demanda interna” y por ajustes tarifarios pendientes en servicios públicos; por lo que su previsión es que la inflación cierre el año por encima del 5%, por quinto año consecutivo fuera del rango meta del Banco de la República.

En el terreno fiscal, el profesor Henry Amorocho, de la Universidad del Rosario, sostuvo que la lucha contra la inflación “salió prácticamente en tablas” y a su juicio, el aumento del gasto público en 23,2% nominal y en 14% real “no dejó bajar los niveles de inflación en términos determinantes”. Según sus cálculos, el déficit fiscal podría cerrar entre 7,1% y 7,5% del PIB y la deuda pública rondar el 65%, cifras que refuerzan la idea de una economía recalentada.

Con base en esto, Amorocho fue enfático en señalar que la única ancla efectiva ha sido la tasa de intervención del Banco de la República, la cual apenas se redujo en 25 puntos básicos durante el año; destacando que “indiscutiblemente el gasto estaba disparado y la única manera de disminuir el exceso de consumo era mantener el ancla de la tasa”.

Lo que emerge, entonces, es un cuadro de reflación impulsada desde adentro; que el exministro Echeverry sintetiza al resaltar que “el Gobierno tiene golpeada la oferta, pero la demanda está disparada”, dejando sobre la mesa que la economía colombiana no enfrenta un choque externo severo, sino un desajuste interno donde el gasto fiscal, el consumo y la indexación prolongan las presiones de precios.

En este escenario, el Banco de la República parece no tener prisa e Itaú y Scotiabank anticipan que las tasas se mantendrán estables hasta que la tendencia inflacionaria vuelva a converger hacia el 3%, mientras Bancolombia incluso contempla un eventual aumento si las presiones no ceden. Así las cosas, la decisión no es menor y apunta a que recortar tasas demasiado pronto, como ocurrió en Brasil, podría reavivar el mismo fuego que se intenta apagar.

Información extraída de: https://www.portafolio.co/economia/crecimiento/reflacion-un-nuevo-riesgo-que-se-asoma-tras-los-datos-de-inflacion-de-octubre-482976

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