Cambio climático, biodiversidad y contaminación: la nueva triada que amenaza a la economía

Compartir

La Ocde advierte que abordar cada crisis por separado eleva costos, frena inversión y reduce productividad.

La economía global enfrenta un desafío silencioso que ya no se puede separar en piezas independientes, según advierten las nuevas Perspectivas Ambientales de la Ocde, que muestran que el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación conforman una cadena de presiones interrelacionadas que, al actuar simultáneamente, transforman los riesgos ambientales en riesgos económicos profundos.

Según el informe, “estos tres problemas ambientales están vinculados mediante complejos bucles de retroalimentación”; mientras que en el centro del análisis aparece una advertencia directa, que dice que si las políticas públicas continúan abordando cada crisis por su cuenta, los países enfrentarán costos mayores, menor productividad y un deterioro progresivo de los sectores más dependientes de recursos naturales y ecosistemas sanos.

La entidad señala que “las medidas dirigidas a cada problema de manera aislada no serán, por sí mismas, suficientes”, pues los vínculos entre estas dimensiones son ahora más determinantes para la economía que nunca y para 2050, sin cambios profundos en la forma de planificar las políticas ambientales, la temperatura media global aumentaría 2,1 grados frente a los niveles preindustriales y se profundizaría una reducción significativa de indicadores de biodiversidad.

La organización advierte que “el índice de abundancia promedio de especies terrestres disminuirá aún más”, reflejando la pérdida acelerada de resiliencia en los ecosistemas, un factor que afecta la seguridad alimentaria, la oferta hídrica y la productividad agrícola.

Recursos que se gastan sin medida

A estos riesgos se suma un crecimiento sostenido en el uso de recursos; frente al que el informe proyecta que el consumo de materiales aumentará de 96 a 145 gigatoneladas entre 2020 y 2050, lo que implica mayor presión sobre suelos, agua y sistemas productivos y enfatiza que “los patrones insostenibles de uso de recursos presentan desafíos políticos inmediatos”, porque están en la base de las emisiones, la degradación del suelo y los costos asociados a salud y productividad laboral.
La interconexión entre los factores ambientales también afecta directamente sectores estratégicos como energía, minería, agricultura y transporte, dado que al analizar la transición hacia energías limpias, la Ocde reconoce sus beneficios, pero advierte riesgos importantes si no se gestionan bien y sostiene que “la energía renovable no está totalmente libre de costos ambientales”, por su impacto en hábitats sensibles y por la presión que ejerce sobre la demanda de minerales y materiales críticos necesarios para paneles, turbinas y baterías.

En ese sentido, el informe muestra que incluso las soluciones climáticas pueden provocar efectos indeseados, ya que la expansión de proyectos solares y eólicos en áreas ecológicamente frágiles, la acumulación de residuos de palas y paneles, o la intensificación de la minería para abastecer la demanda de tecnologías limpias pueden generar nuevos problemas si no existe una planificación integral; que genera un abordaje con enfoque “miope”, que entrega resultados parciales.

Reformas con cautela

Esta misma lógica aplica al sistema alimentario, uno de los principales motores de emisiones, pérdida de biodiversidad y contaminación por nutrientes, donde los sistemas de producción y consumo de alimentos representan un tercio de los gases de efecto invernadero y son el principal factor de conversión de ecosistemas naturales. Según el informe, “la agricultura destaca como el principal impulsor de la pérdida de hábitat” y continúa expandiendo su huella ambiental incluso con mejoras en eficiencia.

A esto se suma que cerca de un tercio de los alimentos producidos en el mundo se desperdician, lo que en sí mismo genera entre el 8% y 10% de las emisiones globales; por lo que la Ocde asegura que “reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos es fundamental”, pues se trata de un punto en el que confluyen beneficios para la productividad económica, la estabilidad de precios y la reducción de presiones ambientales.

“Los informes nacionales revisados por la organización —incluyendo a Argentina, Australia, Canadá, China, Francia, India, Indonesia, Japón, Perú y Uganda— también revelan que, aunque se reconocen algunos vínculos entre clima, biodiversidad y contaminación, su tratamiento sigue siendo incompleto. Las interconexiones entre el cambio climático y la biodiversidad están relativamente bien documentadas”, agregaron.

La falta de integración, según el organismo, no solo retrasa avances ambientales sino que agrava riesgos económicos, puesto que una transición energética mal planificada puede generar retrasos en proyectos, conflictos con comunidades y sobrecostos; una política agrícola que ignore la contaminación por nutrientes puede elevar gastos en salud y tratamiento de agua; y un sistema de gestión de residuos basado exclusivamente en reciclaje aumenta costos futuros cuando la demanda de materiales sigue creciendo sin control.
Frente a este escenario, la hoja de ruta de la Ocde propone una visión articulada que permita alinear inversiones, planificación y regulaciones. Uno de los elementos centrales es mejorar la calidad de la investigación y superar vacíos de conocimiento; resaltando que “la investigación centrada en la triple crisis planetaria es casi inexistente”, lo que limita el diseño de políticas capaces de anticipar impactos cruzados entre sectores.

También propone fortalecer las evaluaciones estratégicas y el uso de contabilidad ambiental; mientras que otro componente clave es alinear el financiamiento público y privado con los objetivos ambientales integrados.

Concretamente, la Ocde plantea que los países deben evitar la dispersión actual, en la que clima, biodiversidad y contaminación se financian desde bolsas distintas y sin coordinación. Recomienda que los presupuestos nacionales incorporen estas interrelaciones, pues “la naturaleza transversal de la triple crisis planetaria plantea un riesgo de inversión insuficiente” que termina aumentando los costos para la economía.

La organización también subraya que las soluciones deben centrarse en mejorar los incentivos y recordó que reorientar subsidios agrícolas y pesqueros, fomentar la economía circular y corregir distorsiones que abaratan materiales primarios frente a materiales reciclados son caminos necesarios para contener la presión sobre recursos.

Finalmente, el informe advierte que la transición debe considerar las implicaciones sociales y económicas en el corto plazo; punto en el que la energía limpia, la agricultura sostenible y la economía circular pueden generar costos de adaptación en hogares vulnerables y sectores específicos y por esta razón, enfatiza que los gobiernos deben anticipar estos efectos y garantizar que “nadie quede atrás” mediante esquemas de transición justa, apoyo a trabajadores, incentivos para hogares de bajos ingresos y participación comunitaria temprana en los proyectos.

Así las cosas, esta actualización de perspectivas cerró señalando que “las respuestas políticas efectivas deben abordar de manera fundamental la naturaleza interconectada de estos desafíos” y que la triple crisis planetaria dejó de ser un concepto ambiental y se convirtió en un conjunto de presiones económicas que ya definen la competitividad, el bienestar y la estabilidad futura.

Información extraída de: https://www.portafolio.co/economia/crecimiento/cambio-climatico-biodiversidad-y-contaminacion-la-nueva-triada-que-amenaza-la-economia-483729

Compartir

Comments are closed.

Financial advisor showing payments plan to young couple

Estamos listos para resolver sus dudas