Si no queremos problemas por aquí, es mejor evitar dar pasos que ocasionen más nervios de los que ya existen.
No ha regresado del todo la calma a los mercados financieros internacionales tras el sacudón del lunes, cuando se desplomó la Bolsa de Tokio y las réplicas del sismo se sintieron en todas las plazas importantes. Si bien en la jornada siguiente hubo una recuperación parcial de las pérdidas, el nerviosismo sigue a la orden del día.
Aunque todavía es demasiado temprano para sacar conclusiones, es claro que varios factores influyeron en lo ocurrido. Un primer detonador fue la decisión del banco central del Japón de subir su tasa de interés, con lo cual elevó el costo de fondos cuyo valor era cercano a cero y que se habían usado para fondear millonarias apuestas en distintos lugares.
Junto con esa circunstancia, las señales de debilidad que mostraron las cifras de empleo más recientes en Estados Unidos pusieron en duda el auge observado en los precios de las acciones. Uno de los segmentos más golpeados fue el relacionado con la inteligencia artificial, pues se habla de que hay una especie de burbuja que empieza a desinflarse.
Lo anterior se combina con una realidad geopolítica muy complicada, que incluye al Medio Oriente y Ucrania. Cualquier empeoramiento de las circunstancias –por ejemplo, una alteración en los suministros de petróleo– amenazaría la marcha de una economía mundial en la que abundan los desequilibrios.
Si bien los pronósticos de recesión suenan exagerados, el campanazo de alarma debería escucharse con atención. Las autoridades deberían comenzar a tomar medidas preventivas con el fin de controlar los excesos a los que conducen los recursos baratos.
Adicionalmente, los países emergentes necesitan subir la guardia, pues en épocas de sobresaltos el dinero busca los refugios más seguros. Ello explica por qué el peso colombiano perdió terreno y, además, deja claro que el margen de tolerancia al riesgo es menor. Si no queremos problemas por aquí, es mejor evitar dar pasos que ocasionen más nervios de los que ya existen.
Información extraída de: https://www.eltiempo.com/opinion/editorial/atender-el-campanazo-3369867