Mientras Colombia sigue sin una política de transición energética clara ni responder cómo suplirá los ingresos del petróleo, que se irán marchitando, el mundo está en un alza de consumo. JP Morgan acaba de publicar que, en julio, la demanda mundial alcanzó un promedio de 103,6 millones de barriles diarios, un aumento de 1,7 millones de barriles diarios en comparación con lo que se necesitó hace un año. En nuestro país, no obstante, están encendidas las alarmas por el estancamiento en la actividad petrolera, la posible escasez de gas natural y la falta de dirección por parte del gobierno de Gustavo Petro.
Hace apenas un par de semanas, la Asociación Colombiana de Gas Natural (Naturgas) lanzó una advertencia. Según sus cálculos, la contratación en firme de gas para el 2025 solo alcanzaría el 12 % de la demanda y la del 2026 un 30 %. Es decir, nuestro país puede estar en riesgo de quedar en desabastecimiento. Se han anunciado medidas que incluyen la importación del gas, pero si las negociaciones y planeaciones no se hacen de manera adecuada, esto puede significar que aumente el precio. En una Colombia acostumbrada a pagar precios muy bajos por el uso del gas, podemos estar presenciando un cambio de paradigma que requiere seriedad por parte de las autoridades. Al respecto, Ricardo Roa, presidente de Ecopetrol, dijo ayer que “el Gobierno está haciendo el esfuerzo de que se garantice la exposición de subsidios. La demanda, la regulación, tiene una priorización de atención de la demanda”.
Las noticias preocupantes no terminan ahí. Otro informe recién publicado de la Cámara Colombiana de Petróleo, Gas y Energía (Campecrol) dice que en abril y mayo de este año la actividad de taladros petroleros bajó un 5,5 % y la perforación de pozos de desarrollo cayó un 13,6 %. En cuanto a gas, la producción promedio fue de 995 millones de pies cúbicos diarios, un 5,6 % menos que en el mismo periodo del año pasado. Un dato que resume todo: desde 2022, la actividad de taladros ha caído un 33,5 %, lo que ha llevado a la pérdida de aproximadamente 26.975 empleos. Como dijo Nelson Castañeda, presidente ejecutivo de Campetrol, en comentario retomado por El Colombiano, “los campos maduros siguen su declinación natural, por lo que nuevos proyectos de exploración son esenciales para asegurar nuestra soberanía energética a mediano y largo plazo”.
A las voces se unió la de Carlos Hernán Rodríguez Becerra, contralor general de la República. Después de informar sobre la vigilancia a los dineros de las regalías, alertó que Colombia no está sustituyendo ingresos a la velocidad adecuada. “Lo que se está viendo en la realidad son cuentas que no quiero que sean demasiado optimistas, pues los indicadores no muestran una desaceleración en los consumos, y lo que sí terminaría comprometiendo es la seguridad energética”, dijo Rodríguez. El contralor también pidió que nuestro país se prepare desde ya para una “eventual caída de los recaudos de regalías como consecuencia de una disminución en la actividad petrolera, si no se toman las medidas necesarias para contrarrestarla”.
No estamos diciendo nada nuevo ni que el Gobierno no sepa, al menos en el discurso. Sin embargo, dos años de presidencia de Gustavo Petro no han servido para acelerar la transición energética y sí para causar incertidumbre en el sector. Países similares al nuestro, como Brasil, entendieron que necesitan los recursos del petróleo estos años para invertir en desarrollo y en las adecuaciones que necesitan nuestras economías. ¿Cuándo tendremos un plan claro con ejecución en marcha y resultados concretos?