El cordón umbilical de la baja natalidad y la fuerza laboral migrante, hacen parecidos a Estados Unidos y a la Unión Europea, son los altos costos laborales en las grandes economías.
La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de ponerle aranceles a los productos y servicios adquiridos a sus principales socios comerciales y extender esa idea a más de 180 países, tiene su origen en los días de la pandemia. Palabras como trabajo en casa, teletrabajo, coworking, automatización, y las más temidas, robotización e inteligencia artificial, están mostrado su verdadera cara al mundo.
Para nadie es un secreto que los países que más sufren con la baja natalidad y las hordas migratorias son los desarrollados, Estados Unidos y el grueso de los 27 de la Unión Europea. El desarrollo social, la disminución a cero de todas sus precariedades, la gran comodidad, la educación de élite, y por qué no, la abundancia de pequeños lujos burgueses, han hecho que menos bebés locales nazcan y se vean más inmigrantes. No es sino ver las noticias que llegan desde el frente en Ucrania y se observará a migrantes mercenarios muertos y a centenares de drones haciendo el trabajo que antes hacían jóvenes reclutas y novatos pilotos de combate.
Al volver la vista a lo que está sucediendo en Estados Unidos, con epicentro en la Casa Blanca, se advertirá que el principal asesor de Trump es Elon Musk, un abanderado de la carrera espacial privada, de los carros autónomos y lo más impresionante de la robótica laboral; no en vano es el novísimo Secretario de Eficiencia, que apuesta por los procesos digitales, la automatización y los despidos masivos de funcionarios ineficientes sacados de factorías de la Guerra Fría.
Lo que ha hecho el gobierno republicano de Estados Unidos, al ponerle una tarifa de 25% a las importaciones de automóviles, tiene como objetivo impulsar la fabricación nacional y competir con países con menores costos laborales como China o México, pero en el fondo lo que se busca es que la reindustrialización americana venga de la mano de la automatización y robótica; es hacer que las grandes marcas den un salto de la cuarta revolución industrial a la quinta o sexta que aún no se han escrito.
La inteligencia artificial está rompiendo los paradigmas laborales; Musk ha presentado humanoides hacedores de tareas convencionales que ganarán peso frente a la mano de obra humana, tendencia que dividirá el mundo entre países con mano de obra robotizada y los que aún lo harán con humanos. El riesgo de una crisis económica futura vaticinada por la falta de bebés y de mano de obra, empieza a ser solucionada con la fabricación de robots e inteligencia artificial, tal como sucede con los drones y los pilotos de combate. Habrá el debate entre apostarle a la reindustrialización con robótica inteligente o impulsar las tasas de fertilidad con políticas pronatalistas.
Los altos costos de vida, el rol laboral de la mujer, los problemas de salud masculina (tal como los plantea la Ocde) y los impactos que esta realidad tiene en el mundo industrial, pueden ser elementos aún ausentes en el debate de la barrera arancelaria impuesta por Estados Unidos. Quizá haya una transición en la que la mano de obra barata sea importante para la reindustrialización, pero el llamado del desarrollo tecnológico es a la robotización que hace que las economías sean mucho más eficientes y competitivas. Al final, lo que está logrando Trump es que las empresas estadounidenses, que son las líderes del mundo, aceleren sus eficiencias en terreno americano.
Información extraída de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/de-los-costos-laborales-al-muro-arancelario-4103283