La senda del Gobierno para estabilizar las finanzas públicas pasa por más deuda, más impuestos y sin recortes de gasto, lo que le resta credibilidad.
El principal reto que enfrentaba el ministerio de Hacienda el viernes pasado en la presentación del Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) era generar la suficiente credibilidad en el plan para retornar a una senda de sostenibilidad fiscal. La oficialización de la cláusula de escape de la regla fiscal era tanto esperada como inevitable ante un desbarajuste en las cuentas públicas que el Gobierno no ha sabido manejar. De hecho, para todos los efectos técnicos, la regla se quebró el año pasado.
Por esa razón, las expectativas sobre el Marco Fiscal 2025 giraban en torno a sincerar las finanzas, minimizar el desvío de las metas y diseñar una hoja de ruta, detallada y realista, para el regreso en 2028 a este mecanismo de autodisciplina. Además de usar un gastado espejo retrovisor -que oculta convenientemente que la política fiscal viene sobrepasando al equipo económico del Gobierno- la senda propuesta sigue pecando de exceso de optimismo, resistencia a una austeridad en el gasto público, sobrecarga de impuestos, disparo de la deuda y una herencia envenenada para el próximo gobierno y el siguiente.
El déficit de confianza en este plan parte de la misma justificación en el uso de la cláusula de escape. Para el independiente Comité Autónomo de la Regla Fiscal (Carf), las explicaciones del ministerio de Hacienda no constituyen “una explicación suficiente” de la pertinencia de suspender estas autorrestricciones. “Menos de la mitad del ajuste estipulado se realizaría durante el período de tres vigencias de la activación de la cláusula”, concluye el Carf. En otras palabras, un camino insuficiente para la magnitud de la crisis.
El gobierno Petro calcula asimismo que el déficit fiscal este año alcanzaría 7,1% del PIB -hasta 7,5% en estimaciones de expertos-, mayor al del 2024 y cercano al registrado en medio de la pandemia. La persistencia de estos ‘huecos’ en las finanzas públicas no puede ser tratada como un aspecto heredado mientras el equipo económico, actual y anterior, se lava las manos alrededor de los esfuerzos que debieron hacerse para la corrección del camino.
Buena parte de la poca credibilidad que despierta la ruta de la administración Petro viene de la insistencia en los errores del pasado reciente -cálculos muy optimistas del recaudo y estimaciones ‘alegres’- que se repiten para los datos presentados y que le quitan realismo a la estrategia. La resistencia a abordar estrictos y austeros planes de recorte del gasto contribuyen a estas reacciones iniciales escépticas de los analistas y de los mercados. De hecho, en gastos de servicios personales, el aumento del 2025 será de $37 a $47 billones, 27%.
Otro aspecto que despertó preocupación fue el anuncio de una nueva reforma tributaria, a radicar a finales de julio, que buscaría recaudar más de $19 billones. Si bien los detalles del alza de impuestos no se conocen -se habla en el documento del carbono, juegos de azar, iglesias, plataformas, petróleo, carbón, vapeadores y contaminación- el clima político en el Congreso en medio de un año preelectoral no es el mejor.
A lo anterior debe añadirse que el aparato productivo nacional apenas se está recuperando- incluso algunos sectores claves siguen rezagados- como para sostener otra subida en las cargas tributarias. En vez de comprometerse genuinamente con una racionalización del gasto público y un recorte al derroche, la respuesta favorita del gobierno Petro siempre es subir los impuestos más y más.
Confianza, realismo, credibilidad y un compromiso de bajar el gasto era lo que se esperaba de ese camino, hoy incierto, de las finanzas públicas, sin regla ni ancla y a la deriva.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
Información extraída de: https://www.portafolio.co/opinion/editorial/opinion-portafolio-deficit-de-confianza-633017