Dos caras del crecimiento

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Sin desconocer el dinamismo agrícola, la divergencia creciente entre sectores económicos merece atenderse por vía de un plan integral de reactivación.

Los recientes resultados del comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB) para el tercer trimestre de este 2024 reflejan un panorama complejo: buenas noticias en los frentes del agro y del entretenimiento con alarmas para las industrias, minería e hidrocarburos y construcción de vivienda. De acuerdo al Dane, la economía colombiana creció entre julio y septiembre, 2% en comparación con el mismo período del año pasado.

Diez de las doce ramas que integran la medición de la organización estadística registraron cifras en verde, con la fuerte contribución de agricultura y ganadería y un crecimiento muy dinámico de actividades artísticas y de entretenimiento- 14,1%. El sector agrícola, impulsado por el buen momento de los cafeteros y de otros productos como flores y banano, continúa, con un aumento del 10,7%, consolidándose como el motor de recuperación económica en este 2024.

Este positivo desempeño contrasta con un desplome del 7,1% en el renglón de minería y petróleo y una caída de 1,3% de las industrias manufactureras. Más allá de los factores externos detrás de las dinámicas del agro y de las actividades extractivas con sus precios internacionales, la radiografía del crecimiento en el tercer trimestre despierta preocupaciones. En especial, por lo que los analistas han llamado la “divergencia sectorial”, una brecha creciente entre los comportamientos de renglones como la agricultura y el entretenimiento en comparación con otros como la industria, el comercio y la construcción de vivienda.

No se trata de desconocer los vientos positivos desde la agricultura y el protagonismo de los distintos productos agrícolas. Es crucial que estas dinámicas económicas puedan traducirse en políticas públicas y privadas para atender los retos estructurales en pobreza, empleo, productividad e infraestructura que enfrentan hoy las zonas rurales del país. Pero tampoco ayuda la lectura gubernamental de celebrar el merecido momento del agro en detrimento de otros sectores productivos como la minería y los hidrocarburos.

Los aportes de las distintas ramas de la economía no son iguales y sus pesos y contribuciones son heterogéneos. No obstante, la postura del Gobierno Nacional debería apuntar al impulso de estas diversas actividades, con sus problemáticas y oportunidades específicas.

Pretender una recuperación económica, sin atender el mal momento del petróleo, el rezago de las industrias, las señales alarmantes de la construcción de vivienda y las dificultades de supervivencia de los comercios, no es sostenible.

No todos los sectores podrán recuperarse de la misma manera, pero una estrategia integral de reactivación debe contemplar medidas y estímulos en concordancia con esas actividades. Las transiciones en la estructura de las economías no son de un momento a otro, ni a la fuerza, sino deben responder a transformaciones productivas y competitivas que combinan direccionamientos públicos con iniciativas de naturaleza privada.

En resumen, los desempeños de estos sectores en rojo necesitan atenderse para que contribuyan a una senda de crecimiento económico más estable y sostenida. Estos resultados del tercer trimestre ratifican asimismo la necesidad y la urgencia de un plan integral de reactivación económica, liderado por el Gobierno Nacional, construido en conjunto con gremios y empresas, y con énfasis en motores de crecimiento y empleo. Aún hay tiempo para desplegar e implementar una estrategia de esta naturaleza.

FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER

Información extraída de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/bajo-el-habitual-efecto-tijera-de-dolar-y-petroleo-3997922

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