Una reforma laboral que no consideró la creciente informalidad y una tributaria que no menciona ahorro ni austeridad, son lunares en el manejo de la economía
La expresión “craso error” se usa cuando es evidente un error imperdonable causado por la falta de cuidado o conocimiento y que además pudo evitarse con una simple atención o diligencia, por lo general acarrea grandes consecuencias. En el manejo de la economía o de los asuntos que le conciernen a la economía, el Gobierno Nacional ha dado muestras de no ver ni hacer caso a situaciones evidentes para todos.
La informalidad está devorando la producción de bienes y servicios, no solo se observa adjunto al desempleo que cobija a unos 2,5 de colombianos, sino que el concepto amplio de la informalidad se aplica al no pago de impuestos ni prestaciones sociales de miles de pequeñas y medianas empresas en “estado informal”.
Hay informalidad laboral que puede superar 55% del promedio nacional, en algunas ciudades puede ser mayor o en la ruralidad; al tiempo que hay informalidad en los negocios que no logran volverse formales por las cargas tributarias o el costo de tener empleados contratados con todas las de la ley; es una entelequia económica no enfrentar la creciente informalidad desde el individuo trabajador y la empresa que le da un empleo sin condiciones formales; es ese vendedor ambulante con distintivos de una empresa, pero al que no se le paga formalmente, y es esa empresa que usa como canal de distribución de sus productos la calle, los semáforos, las aceras, los espacios públicos.
Los dos fenómenos debieron atacarse en oportunidad de la ley que buscaba reformar el sistema laboral; nunca se habló ni en lo más mínimo de atajar la creciente ola de informalidad que se toma la economía popular en todas las ciudades. Y ahora que se empiezan a dar los primeros puntos de la nueva reforma tributaria nada se habla de austeridad y ahorro desde el Gobierno; va a suceder lo mismo que con la informalidad, pero ahora con la austeridad.
En el monto presupuestal para 2026, de $556,9 billones, el grueso se va para funcionamiento, $329 billones, el rubro con mayor apropiación, pues es un hecho que la actual administración ha crecido notablemente el gasto en personal hasta volverse insostenible; allí en ese punto se debería presentar un porcentaje de ahorro para que el aparato estatal no siga devorando el grueso de los impuestos que pagan los colombianos; casi 60% de todo el presupuesto se va en funcionamiento, $60 de cada $100 es una cifra enorme en un país que clama por mayor seguridad e inversión.
Es un craso error, de las autoridades económicas, plantear que en el valor del Presupuesto hay $556,9 billones, de los cuales $501 billones se financiarán con recursos de la Nación, $29,6 billones con ingresos propios de los establecimientos públicos nacionales y $26,3 billones con una tributaria, todo sujeto a la aprobación del proyecto de ley de financiamiento ¿Por qué poner más impuestos cuando se puede recortar el gasto de funcionamiento?
Cargar con más y nuevos tributos a los empleados formales y a las empresas que contribuyen y generan empleos es una obsesión en contra del sector productivo a quien se juzga por apostar por el país aún en esta coyuntura, en la que funcionarios se han ido lanza en ristre -por pura ideologización de sus funciones- en contra de las empresas que siguen férreas a sus ciudades, regiones y comunidades. El Gobierno Nacional, en este último año, puede equilibrar las cargas y sacar adelante una financiación más justa, pero ante todo mucho más coherente con la situación actual de los actores.
Información extraída de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/dos-errores-crasos-en-lo-economico-4204999



