El ‘Pacto por el Crédito’ ratifica el compromiso del sector financiero nacional para una reactivación rápida y tangible de la economía colombiana.
Lo primero que se debe destacar es el retiro -al menos, por ahora- del afán del presidente de la República, Gustavo Petro, de imponer a la fuerza al sistema financiero la destinación de recursos a tasas por debajo del mercado.
Las consecuencias negativas de esta propuesta, defendida con insistencia por la Casa de Nariño hasta ayer, fueron debidamente discutidas por expertos y analistas y habrían generado graves distorsiones y elevado las tasas de interés para la mayoría de los sectores productivos y hogares.
En segundo lugar, ganaron los bancos al espantar este ‘fantasma’ de las inversiones forzosas y ganó Petro al conseguir un abultado y generoso acuerdo con el sistema financiero en sustitución de una iniciativa que nunca despertó un buen ambiente en el Congreso de la República y que ni siquiera contaba con el respaldo de todo su equipo económico.
Estos escenarios gana-gana son resultados esperados cuando las imposiciones ideológicas son subordinadas a ejercicios de concertación y diálogo -en este caso fueron 19 los encuentros privados entre las partes-.
Tercero, el pacto significa que, en los próximos 18 meses, sectores como “vivienda, turismo, mejoramiento de vivienda, industria y manufactura, agricultura y turismo” aumentarán en un 28 por ciento los montos de crédito destinados a ellos por la banca.
Es clave reiterar que el éxito de esta iniciativa reposará en la capacidad, usando todos los instrumentos públicos y privados, para entregar estos créditos a medianas y pequeñas empresas y, con el debido análisis, a quienes se les dificulta acceder a estos recursos.
Un cuarto aspecto es el de la inclusión dentro del acuerdo de la “lógica de mercado” como el criterio fundacional sobre el cual se determinarán y asignarán estos billonarios créditos. Esta definición en los mecanismos de asignación de mercado constituye, como lo afirmó Malagón, un “mensaje de confianza” para inversionistas y ahorradores.
Esto no solo minimizará el riesgo de distorsión, sino que permitirá a los bancos la más eficiente colocación y diseminación de estos recursos dentro del universo de sectores seleccionados por el Gobierno.
Quinto, la estrategia de reactivación de la administración Petro da un primer y seguro paso adelante con un ejemplo de concertación público-privada. Ejemplo que debería repetirse en los demás ejercicios que integran el plan del Gobierno Nacional para la recuperación de la economía. La Casa de Nariño debería escuchar, con la misma atención, los llamados para ajustar el Presupuesto General de la Nación para 2025 a la realidad fiscal y económica del país, así como descartar la propuesta de una nueva subida de impuestos que el aparato productivo no aguanta.
Por último, acierta el presidente Petro al hablar del potencial de este acuerdo, de tener éxito, para redefinir las relaciones entre el Estado y los privados.
Clave en este pacto fueron tanto los contactos de doble vía, el arduo trabajo y la creación de confianza, como el diálogo por encima de la imposición, y la lógica del mercado por encima de otros criterios más ideológicos.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
Información extraída de: https://www.portafolio.co/opinion/editorial/editorial-portafolio-el-acuerdo-con-los-bancos-612104