La inflación de la eurozona está bajando, pero la lucha aún no está ganada y la elevada tasa de crecimiento de los precios subyacentes sigue siendo preocupante, declaró el jueves el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel.
En poco más de un año, el Banco Central Europeo (BCE) ha elevado el tipo de interés de sus depósitos hasta el 4%, un nivel sin precedentes, desde un profundo territorio negativo, pero ha indicado una pausa para los próximos meses ante los tímidos indicios de que la inflación se está controlando.
“La inflación está cayendo de nuevo, pero la ‘bestia codiciosa’ aún no ha sido derrotada”, dijo Nagel en un discurso. “Lo preocupante es que la tasa subyacente sigue siendo muy alta”.
“El BCE debe mantener una postura restrictiva hasta que podamos garantizar que la inflación vuelva a nuestro objetivo a medio plazo del 2%”, dijo Nagel.
Los mercados ven pocas posibilidades de que se produzca una nueva subida de tipos, ya que el crecimiento económico se ha estancado, y esperan que la próxima medida del BCE sea un recorte, con junio o julio como fecha probable de inicio de la retirada de las subidas.
Nagel también se mostró contrario a los llamamientos de algunos, incluyendo a Fabio Panetta, miembro del consejo del BCE y futuro gobernador del Banco de Italia, para que la zona del euro cree presupuesto común.
Algún tipo de presupuesto común permitiría al BCE luchar más eficazmente contra la inflación, ya que ahora mismo una política monetaria única debe alinearse con 20 presupuestos nacionales diferentes, una tarea compleja que a menudo deja desincronizadas las políticas monetaria y fiscal.
Pero Nagel dijo que el Fondo Next Generation EU de 750.000 millones de euros del bloque, creado para ayudar a la recuperación postpandémica y a la transición verde, no debería repetirse.
“Fue una excepción comprensible dada la situación de emergencia del momento”, dijo Nagel. “Pero dado el nivel actual de integración, debería seguir siendo una excepción puntual”.
Alemania se ha resistido durante años a las propuestas de una mayor integración financiera, temiendo que el contribuyente alemán se viera obligado a asumir el coste de la irresponsabilidad financiera de otros países.