Esperando el “guarapazo” arancelario

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Estados Unidos le puso arancel de 50% a productos importados de Brasil en castigo a la posición judicial de Lula contra Bolsonaro, un asunto local, qué se espera para Colombia

En enero, Colombia estrenó el garrote arancelario que está utilizando el gobierno de Donald Trump contra los países que tradicionalmente le han sacado provecho y ventajas al mercado estadounidense, incluyendo sus tres principales socios comerciales, México, China y Canadá, pero al mismo tiempo está castigando a los regímenes que van en contravía de sus ideales políticos.

Colombia no puede olvidar que cuando su Presidente intentó enfrentar las anunciadas expulsiones masivas de inmigrantes ilegales, activó la amenaza de aranceles de 25% y de 50% en la semana siguiente si no colaboraba con esa política migratoria; medidas que ni siquiera a sus enemigos tradicionales, Cuba, Corea del Norte o Irán, le había impuesto Estados Unidos. Por fortuna la situación no prosperó y se logró, semanas más tarde, que el arancel no fuera superior a 10%, el mismo que a los países que le compiten a los productos de exportación colombianos, pero ahora que a cuenta gota, el gobierno estadounidense está publicando los aranceles definitivos, ha sorprendido los impuestos a Brasil.

Las reacciones no se hicieron esperar. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, convocó una reunión con ministros para discutir el leonino arancel a todas las importaciones procedentes del país sudamericano que responderá con medidas recíprocas. Trump, en una carta, vinculó los aranceles al trato al expresidente Jair Bolsonaro, que está siendo juzgado por cargos de conspirar para dar un golpe de Estado. Dicen las agencias de noticias, Reuters, que los impuestos se impusieron debido “en parte a los insidiosos ataques de Brasil a las elecciones libres y a los derechos fundamentales de libertad de expresión de los estadounidenses”.

Inmediatamente, la devaluación del real, la moneda brasileña, se profundizó y amenazan con arrastrar otras monedas emergentes de la región; lo cierto es que la nube de incertidumbre que se ha posado sobre las economías regionales es enorme, gracias a las expectativas sobre nuevas imposiciones arancelarias que trasciendan las balanzas comerciales y pasen a lo político.

Y en ese orden de ideas, a Colombia no le iría tan bien en una “revisión política” de impuestos al libre comercio, pues el primer gobierno de izquierda de la historia colombiana, el de Gustavo Petro, ha sido un crítico histórico de las posiciones de la Casa Blanca frente a Cuba, la Franja de Gaza, las deportaciones, entre otras visiones sobre América Latina, que marcan profundas diferencias entre el socialismo y los idearios republicanos del mandatario estadounidense.

El problema es que, contrario a lo que pueda suceder en Brasil, si a Colombia le suben más los aranceles de 10% sería una auténtica lápida o debacle para el crecimiento de la economía y un aupador de la crisis fiscal que experimenta el gobierno local. La Cancillería está en modo pasaportes y transición de ministros, el Ministerio de Hacienda enfocado en la nueva tributaria y el resto de líderes de las carteras muy pasivos en lo comercial, de allí a que sean los empresarios y los gremios nuevamente quienes tomen las banderas de respeto y respaldo de Estados Unidos frente a lo local; hacerle entender a la Casa Blanca que para Colombia el comercio con Estados Unidos es fundamental y que cualquier desbalance en las exportaciones sería fatal para la estabilidad del país. Mala idea es sentarse a esperar el “guarapazo” arancelario, hay que anticiparse a una mala noticia.

Información extraída de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/esperando-el-guarapazo-arancelario-4176631

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