La mayoría de los Gobiernos está de acuerdo en que las empresas deben dejar de utilizar lagunas fiscales, pero unirse a nivel global para lograrlo parece todavía estar fuera de su alcance. Muchos culpan a Estados Unidos.
Todo parecía demasiado bueno para ser verdad: una campaña global para erradicar la evasión fiscal y armonizar las normas fiscales internacionales para las empresas que operan a través de fronteras nacionales.
Entre las principales prioridades de la campaña de transparencia está una tasa impositiva mínima para las corporaciones multinacionales, sin importar donde operen. No más explotación de lagunas fiscales y transferencia de ganancias a países con una tasa impositiva baja para evitar pagar la parte que les corresponde de impuestos.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), cada año se pierden 223 mil millones de euros a través de la evasión fiscal. El debate sobre la unificación de impuestos de las corporaciones se ha prolongado durante años.
En 2021, parecía que se había alcanzado un consenso en el Marco Inclusivo de la OCDE y el G20. Actualmente, más de 140 países, desde Albania hasta Zambia, están negociando la implementación del acuerdo.
Dos pilares de la tributación fiscal
El acuerdo de cooperación fiscal global tiene dos pilares: ciertos ingresos imponibles se trasladarán y se gravarán donde se obtienen, y se aplicará además un impuesto mínimo global a las corporaciones.
Este último, el impuesto mínimo global, es un mecanismo para garantizar que las empresas paguen impuestos sin utilizar lagunas jurídicas ni jurisdicciones con bajos impuestos para evadirlos.
El modelo actual establece una tasa impositiva corporativa del 15 por ciento para las multinacionales con ingresos superiores a 750 millones de euros en al menos dos de los últimos cuatro años. Las empresas que paguen algún impuesto pero no el 15 por ciento tendrán que “completar”.
Algunos países ya han introducido las nuevas reglas, mientras que otros aún están en el proceso de hacerlo.
En Irlanda, por ejemplo, las normas impositivas mínimas entraron en vigor el 1 de enero de 2024. Pero, como solo se aplican a empresas con una facturación de 750 millones de euros, más del 99 por ciento de las empresas que operan en el país seguirán pagando un impuesto del 12,5 por ciento, afirma Robert Dever, socio con sede en Dublín y líder de práctica fiscal irlandesa en Pinsent Masons, un bufete de abogados multinacional.
Pagar impuestos donde se obtienen ganancias
El otro pilar del plan de la OCDE está resultando más difícil de implementar. De nuevo, esta regla se aplica a las grandes multinacionales. Esta regulación trata sobre dónde se pagan los impuestos. Eso significa reasignar ciertos ingresos a jurisdicciones donde se obtienen ganancias, independientemente de si una empresa tiene presencia física en un país o en dónde tenga su sede.
Esto tiene como objetivo hacer que la tributación sea más justa para las empresas que no pueden utilizar las lagunas fiscales. Y traería ingresos fiscales a los países (especialmente a los más pobres) que podrían utilizar dichos ingresos.
Para lograr el acuerdo, los países han dicho que no implementarían sus propias reglas. Además, se eliminarán los impuestos locales a los servicios digitales, dando prioridad al acuerdo global. Es un esfuerzo sin precedentes en la cooperación internacional.
Se suponía que el acuerdo se firmaría antes del 30 de junio, pero varios países están reconsiderando su participación. El mayor estancamiento se da en Estados Unidos.
La disfunción estadounidense causa caos global
La participación estadounidense es vital para la iniciativa, porque muchas empresas con sede en Estados Unidos se verían afectadas, dice Dever. “Desafortunadamente, esto significa que el éxito del acuerdo probablemente dependerá de la situación política en Washington y del estancamiento en el Senado de Estados Unidos”, advierte a DW.
Además, el actual presidente Joe Biden apoya el plan, pero iel nuevamente candidato Donald Trump está en contra.
Otro problema es que las Naciones Unidas intervinieron y ofrecieron su propio plan para la cooperación fiscal global, ante la insistencia de los países en desarrollo que quieren tener más voz. Esta lucha de poder ha diluido el plan de la OCDE y está destrozando un consenso más amplio.
Si no se llega a un acuerdo global, los países volverán a competir entre sí en materia tributaria y con sus propias normas internas. Probablemente, con “impuestos unilaterales a los servicios digitales, a medida que los países busquen nuevas fuentes de ingresos para llenar la brecha fiscal”, prevé Dever.
Canadá, por ejemplo, aprobó recientemente una legislación sobre un impuesto a los servicios digitales, y Nueva Zelanda y Kenia han iniciado el proceso, exactamente lo que un acuerdo global debía obstaculizar.
Grandes empresas tecnológicas estadounidenses como Google y Facebook serán las más afectadas y “el riesgo de acciones comerciales punitivas por parte de Estados Unidos, en respuesta a tales impuestos a los servicios digitales, aumentará”, comenta Dever.
Información extraída de: https://www.dw.com/es/estados-unidos-frena-la-reforma-fiscal-global/a-69541729