Para varios analistas, más allá de topes y reglas, el verdadero reto es achicar el tamaño del Estado y mejorar la eficiencia del uso de los recursos.
El debate sobre la sostenibilidad fiscal de Colombia volvió a encenderse tras dos hechos que marcaron la agenda económica en los últimos días. El primero corrió por cuenta del Congreso, que tramita un artículo dentro del Presupuesto General de la Nación (PGN) de 2026 que busca impedir que, si no pasa la nueva ley de financiamiento por $16 billones, el Gobierno complete ese faltante con más deuda.
El segundo, que sucedió esta semana, llegó desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), que aseguró que la regla fiscal del país se ha debilitado y que es urgente retomar la senda de la disciplina o de lo contrario se pondrá nuevamente en riesgo el crecimiento económico, tanto en el mediano, como en el largo plazo.
Ambos anuncios tienen algo en particular y es el mensaje de que se necesita recortar el gasto y frenar la deuda; para recuperar la confianza de inversionistas y calificadoras, especialmente después de que se anunció la suspensión de la regla fiscal, que poco a poco se traduce en un déficit que podría terminar el año por encima del 7%.
Si bien una de las prioridades en todo esto es evitar que el país se siga endeudando, analistas consultados por Portafolio advierten que limitar el endeudamiento por ley o fijar topes más estrictos no resolverá por sí solo el problema de fondo, dado que la clave estaría en revisar a fondo el tamaño del Estado y hacer un uso mucho más eficiente de los recursos públicos.
Voluntad política y reforma estructural
Para Henry Amorocho, profesor de la Universidad del Rosario, el freno al endeudamiento no depende de un solo artículo ni de una rama del poder público y explicó que “el endeudamiento se puede frenar si hay voluntad política, pero no de un solo gobierno: se necesita la voluntad de todo un Estado”.
Amorocho insiste en que Colombia necesita una reforma estructural, no una tributaria de coyuntura, haciendo énfasis en que hoy el país no está siendo gravado lo suficiente, no porque las tasas sean bajas, sino porque no se está gravando a quienes deben ser. El entramado de exenciones en renta y en IVA es muy alto y debe revisarse a fondo”.
Entre tanto, desde la Universidad Javeriana, Jorge Restrepo también cree que los candados legales tienen sentido, pero no bastan, afirmando que “el endeudamiento es una forma de escapar a los límites del gasto público. Si no se fijan restricciones simultáneas a la deuda y al gasto, los topes no sirven para nada”, afirmó.
Según Restrepo, hay tres límites al endeudamiento que parten desde la regla fiscal y pasan por los cupos autorizados por el Congreso y el comportamiento del mercado; dejando claro con esto que “el límite más duro es el acceso al crédito, ya que cuando la tasa de interés sube, el mercado te está diciendo que ya no confía y que financiarse es cada vez más difícil. Ese es el candado más real”.
Dicho esto, el profesor Restrepo recordó que la Línea de Crédito Flexible del FMI era precisamente un seguro contra un cierre del financiamiento externo y advirtió que “hoy, sin esa línea, el país tiene menos colchón en caso de un choque”.
Concretamente, las advertencias del Fondo Monetario Internacional apuntan a que el país ha debilitado el marco fiscal y que las salvaguardas que se tenían hace un año, han ido desapareciendo poco a poco. Debido a esto, advierten que es necesario ajustar el gasto y evitar que la deuda se siga desbordando.
Un ajuste basado en la austeridad
Para César Pabón, director de investigaciones económicas de Corficolombiana, la pregunta no es si se puede frenar la deuda, sino cómo hacerlo de manera efectiva, señalando que”, “como en cualquier hogar, se trata de abrocharse el cinturón. La herramienta más efectiva es la austeridad, reducir el gasto al máximo y hacerlo más eficiente”.
Pabón recalcó que el Congreso tiene una enorme responsabilidad en este momento y es garantizar que el presupuesto que apruebe sea coherente con la realidad fiscal, ya que “si el país sigue aprobando presupuestos inflados, la deuda será la salida obligada. Y ya sabemos que las condiciones de financiamiento global pueden cambiar de un momento a otro”.
Así mismo, el exministro de Hacienda José Manuel Restrepo coincide en que el endeudamiento puede frenarse, pero solo con un cóctel de medidas, que deben comenzar por “lograr con más crecimiento económico, generar confianza para que reduzca el costo de endeudarse y con una política agresiva de disminución del tamaño del Estado y austeridad en el gasto”, según explicó.
Restrepo fue más allá al proponer cambios institucionales y planteó que “es necesario darle dientes al Comité Autónomo de la Regla Fiscal para que pueda bloquear proyectos de ley que aumenten excesivamente el gasto. Hoy, el Congreso aprueba iniciativas que cargan al fisco sin medir las consecuencias, y eso hay que corregirlo”.
Otro punto de vista en este debate es el de Julio Enrique Duarte, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de San Buenaventura, quien resaltan que el margen para maniobrar es mínimo y que “sí se puede frenar, pero el camino es estrecho y políticamente costoso”.
Duarte recordó que este año el Gobierno activó la cláusula de escape de la regla fiscal y elevó la meta de déficit a 7,1% del PIB. “Eso significa que en los próximos tres años habrá que hacer un ajuste cercano a 2 puntos del PIB para volver a la regla en 2028. Sin un plan creíble, el país seguirá pagando más caro por endeudarse”, apuntó.
Al revisar los caminos que tendría Colombia más allá de restringir la deuda, estos expertos señalaron que hay que apostarle a generar más ingresos permanentes (cerrando exenciones y combatiendo la evasión), revisar el gasto rígido, e incluso vender activos o recurrir a APP.
No obstante, reconocieron que todas son políticamente complejas y que restringir la deuda sin resolver el déficit es apenas un parche, dado que el verdadero reto es combinar ingresos y eficiencia en el gasto para no frenar la economía.
El límite de los mercados
Por último, Andrés Langebaek, director de estudios económicos del Grupo Bolívar, puso el acento en la inflexibilidad del presupuesto y destacó que “el 88% del gasto es rígido: pensiones, servicio de la deuda y transferencias. Solo el 12% es discrecional. Allí es donde el Gobierno podría recortar”, explicó.
Langebaek insistió en que restringir deuda es sinónimo de restringir gasto, pero no basta y recordó que “el problema no se resuelve solo cerrando la chequera. La otra forma de reducir deuda es crecer. Si el PIB crece y la deuda no aumenta tanto, la relación deuda/PIB baja. Así fue después de la Segunda Guerra Mundial”.
De esta forma, la conclusión parece compartida y apunta a que el remedio de poner topes a la deuda no sirve si no se ajusta el gasto. Y mientras el Congreso y el Gobierno siguen cruzando argumentos, el reloj fiscal corre con un peso cada vez más alto sobre los hombros de los contribuyentes.
Información extraída de: https://www.portafolio.co/economia/crecimiento/como-frenar-la-deuda-en-colombia-el-reto-de-recortar-gasto-y-achicar-el-estado-641174



