Durante años se temió que la automatización desplazara a millones de trabajadores. Los robots parecían el preludio de un desempleo masivo. Aunque este temor continúa, la inteligencia artificial generativa está mostrando un patrón distinto. Un estudio de Microsoft y la Universidad de Cornell, publicado en julio de 2025, ofrece una mirada más precisa sobre cómo esta nueva tecnología afecta los empleos.
La investigación, titulada Working with AI: Measuring the applicability of generative AI to occupations, analizó 200.000 conversaciones entre usuarios y Bing Copilot en Estados Unidos. A partir de ellas, los investigadores identificaron qué tipo de tareas se realizan con ayuda de la IA y en cuáles la IA actúa directamente. Al cruzar esa información con la base ocupacional y datos del Bureau of Labor Statistics, concluyeron que la IA impacta principalmente los trabajos cognitivos, no los manuales. También hallaron que las ocupaciones con mayor nivel educativo son las más expuestas.
El resultado rompe con el miedo tradicional a la automatización. La IA generativa no está reemplazando trabajadores, sino complementando su trabajo. Las tareas más comunes -escribir, recopilar información, asesorar, enseñar- se realizan de forma colaborativa entre humano y máquina. Ninguna ocupación aparece completamente automatizada: la IA actúa como apoyo cognitivo, aumentando la productividad y no sustituyendo al empleado.
Los autores advierten que los efectos reales dependerán principalmente de dos factores: la educación y la organización de las empresas. La educación será clave para evitar que el cambio tecnológico aumente la desigualdad. Si los trabajadores aprenden a colaborar con la IA, el resultado puede ser mayor productividad y nuevas oportunidades; si no se adaptan, la brecha entre quienes usan la IA y quienes no lo hacen crecerá.
La investigación sugiere que los sistemas de formación deben cambiar. Ya no basta con enseñar conocimientos técnicos; se necesitan habilidades complementarias a la IA: pensamiento crítico, creatividad, comunicación, criterio ético y capacidad de aprendizaje continuo. Aprender a formular preguntas, evaluar respuestas y combinar la intuición humana con la precisión algorítmica será el núcleo del trabajo del futuro.
El segundo factor es organizacional. Las empresas decidirán cómo usan la IA. La historia muestra que la tecnología no elimina necesariamente empleos: los cajeros automáticos, por ejemplo, transformaron el trabajo bancario, pero aumentaron el número de empleados al permitir servicios más amplios centrados en sus clientes. Con la IA puede pasar lo mismo, si se rediseñan los procesos y se aprovecha el potencial de colaboración entre humanos y sistemas inteligentes.
La lección del estudio es clara: el impacto de la IA generativa no está determinado por la máquina, sino por cómo la sociedad la usa. Los países, empresas y personas que aprendan a usar la IA como ampliación de sus capacidades avanzarán más rápido; los que no lo hagan, quedarán rezagados. Si la educación y las empresas se adaptan, la IA generativa no será el fin del trabajo humano, sino su extensión más poderosa. Más que sustituir al trabajador, amplía sus capacidades, libera tiempo para el pensamiento y redefine lo que significa crear y decidir.
Información extraída de: https://www.larepublica.co/analisis/mauricio-olivera-2736594/ia-y-empleo-amigos-o-enemigos-4254815



