Lo que está pasando alrededor del sistema de salud es preocupante y podría convertirse en tragedia, lo dije hace algunos días y lo repito acá.
¿Cómo es posible que en un tema tan delicado como la salud de los colombianos la Superintendencia tenga una salida en falso como la de esta semana? A finales del año pasado salen a decir preocupadísimos que las deudas totales de las EPS son de $50 billones, generando gran alarma en el país, y ahora resulta que después de una veeduría ciudadana se encontraron inconsistencias en los datos y que la deuda realmente es de $23,3 billones.
Además, de este monto, gran parte corresponde a deuda corriente de las EPS que están actualmente en funcionamiento, $5 billones corresponden a las que están en liquidación y $1.7 billones, a las liquidadas por parte de la propia superintendencia. ¡Qué gran confusión la que han creado en la gente!
Lo preocupante de todo esto es que pareciera que detrás de la reforma a la salud solo hay gran improvisación y falta de rigurosidad, además de un componente ideológico muy grande.
El número de personas que han salido del Ministerio desde la llegada de la nueva administración es absurdo, sobre todo si se tiene en cuenta que se trata, en su mayoría, de quienes hacían parte de la base técnica de la institución. En las direcciones de aseguramiento, de financiamiento, de costos y tarifas, hubo cambios importantes que afectarán la toma de decisiones dentro del Ministerio.
Triste, porque precisamente este Ministerio se caracterizaba por haber logrado consolidar un equipo técnico, que se había convertido en la piedra angular del diseño e implementación de política pública en el tema. Tal era su solidez que, a diferencia de otras instituciones públicas, se había mantenido a pesar de los cambios de gobierno. Saber que quienes estaban allí eran personas con experiencia y con el conocimiento necesario, daba un parte de tranquilidad.
Repito: improvisación y falta de rigurosidad para la reforma. Además, porque esta es la hora en que todavía no conocemos su contenido y resulta que la quieren radicar en marzo. Desde el año pasado el gobierno da información de a gotas y, después de meses de confusión, la ministra Corcho da una entrevista a El Tiempo la semana pasada en la que promete explicar los puntos clave de la reforma, pero nuevamente todo queda en el aire y no se ve nada concreto.
Eso es gravísimo, porque además del contenido, también preocupa cómo sería su implementación y cuál sería la transición. Este es un tema clave. Cualquier reforma que se platee en salud debe tener una transición muy bien diseñada, planificada y discutida. Es que no estamos hablando solo de los recursos del sistema, estamos hablando de la salud y el bienestar de los colombianos. Hay personas en medio de tratamientos de cáncer, de diabetes… cuando se avecina un cambio no solo hay que informar con tiempo a las personas, se debe planear con detalle una transición para que la gente no sufra. Y esa transición no se hace sola.
No quiero terminar sin resaltar, una vez más, que es totalmente falso que el sistema de salud colombiano sea de los peores del mundo. Los logros en equidad, protección financiera y satisfacción de los pacientes, entre otros, son enormes en los últimos 30 años.
No solo lo decimos nosotros. También lo reconocen así instituciones internacionales como la OMS y publicaciones como la revista The Economist, que clasificó a Colombia entre los 10 mejores y más inclusivos sistemas de salud del mundo. Y hay otros ejemplos, como el gráfico que publicó en Twitter Michel Janna, presidente del Autorregulador de Mercado de Valores en Colombia, en la que salimos muy bien parados. Solo Perú, de 204 países, tiene un sistema de salud con mejor calificación y menor gasto que Colombia.
Mi mensaje es claro: la reforma a la salud no puede estar basada en ideología, tiene que fundamentarse en evidencia y buscando el bienestar de la población.
