Este indicador mide el aumento de precios de bienes y servicios, pero excluye los productos más volátiles como la energía y los alimentos frescos.
La inflación es el termómetro con el que una economía mide el precio de los bienes, servicios y productos para determinar el costo de vida de un país.
Esta medición es clave porque permite tener un control sobre los precios y evitar volatilidades sorpresivas.
Además, este indicador es una fuente e insumo fundamental para definir las tasas de interés e incluso el salario mínimo.
Aunque hay varios indicadores para medir la inflación, el más habitual es el índice de precios al consumidor (IPC), que determina la variación de precios de una canasta de bienes y servicios representativos del consumo de los hogares.
Sin embargo también existe la inflación sudyacente, que para algunos expertos y analistas ofrece una visión más precisa de las tendencias inflacionarias a largo plazo, ya que elimina fluctuaciones de precios a corto plazo.
Para eso, el indicador excluye los productos más volátiles como la energía y los alimentos frescos, ya que por lo general estos cambian con frecuencia.
En energía elimina los precios de gasolina, electricidad y gas, entre otras y en alimentos excluye las frutas y las verduras.
En economías donde los precios pueden verse afectados por múltiples factores externos, la inflación sudyacente permite evaluar la estabilidad de precios de manera estructural y no temporal.
Entender la inflación subyacente permite anticipar riesgos, tomar mejores decisiones empresariales y diseñar políticas más efectivas.
Para efectos prácticos, los bancos centrales la utilizan con el fin de evaluar el verdadero impacto de sus decisiones.
Información extraída de: https://www.portafolio.co/economia/crecimiento/inflacion-subyacente-por-que-deberia-importarle-y-como-la-siente-su-bolsillo-642806



