La autonomía del Banco de la República nos protege

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El presidente de la República, Gustavo Petro, puede estar en desacuerdo con el Banco de la República. No es el primer mandatario en estarlo. En Colombia y en los países donde hay un banco central autónomo, es común que el Ejecutivo se sienta obstaculizado por el manejo prudente de las tasas de interés en tiempos de riesgo inflacionario. Lo que no es aceptable, y es una línea que el presidente cruzó con preocupante entusiasmo el lunes pasado, es utilizar su amplia capacidad de presión pública para estigmatizar a los miembros de la junta del banco y acusarlos de estar buscando sabotear a su gobierno. Las evidencias están a la vista y construyen un panorama muy distinto.

El presidente está molesto porque, por segundo mes consecutivo, el Banco de la República mantuvo la tasa de interés en 9,5 %. Esto a pesar de que el Gobierno, representado por el ministro de Hacienda, Germán Ávila, presionó para que hubiera una reducción de 0,5 %. Se trata, sí, de una medida que ralentiza la reactivación de la economía, pero no es sorpresiva. Va de la mano con la política que el Banco lleva años adoptando, especialmente en tiempos pospandemia, para manejar una inflación altísima. Vamos bien, con un 5,28 % de inflación en febrero que está muy lejos de los peores momentos, pero que también muestra señales de estancamiento en su reducción.

Antes de discutir lo dicho por el presidente, vale la pena comprender los argumentos del Banco de la República. En realidad, no son complejos. Al emisor le preocupa que las condiciones financieras externas están enrarecidas por la obsesión de Donald Trump con los aranceles, mientras que el Gobierno nacional tiene una crisis de recaudo tributario y de recortes pendientes al presupuesto. Si a eso se suma que la inflación lleva en básicamente la misma cifra durante este año y que estamos lejos del 3 % objetivo, un Banco de la República caracterizado por su prudencia decidió, por una frágil mayoría, que todavía no es momento de bajar tasas. Eso sí, como ha hecho en el pasado, aclaró que si las condiciones mejoran se puede flexibilizar la política.

Para el presidente Petro, esto muestra que “la junta directiva del Banco de la República, por razones exclusivamente políticas, busca contener el crecimiento económico”. También dijo que el uribismo usa “su mayoría en la junta directiva del Banco de la República” para sabotear a la Casa de Nariño. Según el mandatario, quieren desfinanciar al Gobierno.

Entendemos que el presidente está en campaña política, época en la que da muchos réditos tener enemigos definidos. ¿Qué mejor, para mover al electorado, que estigmatizar al Banco de la República de ser partidista y justificar los fallos del gobierno en que no lo han dejado ejecutar? El problema es que, al hacerlo, mancha el nombre de una institución cuya autonomía ha sido uno de los grandes triunfos de la Constitución, que ha permitido el manejo responsable de la política monetaria durante décadas. Le queda muy mal al mandatario romper con la institucionalidad y buscar destruir la legitimidad de quienes no comparten sus opiniones. Esto lo decimos, por cierto, sabiendo que en este espacio hemos insistido en la importancia de bajar las tasas de manera más agresiva. Tener esa opinión no nos hace ignorar las razones válidas del Banco para mostrar cautela en un mundo convulsionado. Precisamente para momentos como estos es que nuestra carta política creó el sistema de pesos y contrapesos, y le dio autonomía al emisor.

Información extraída de: https://www.elespectador.com/opinion/editorial/la-autonomia-del-banco-de-la-republica-nos-protege/

 

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