Un mundo “trumpdependista”, así será el que nos espera, según The Economist, marcado por tensiones geopolíticas, riesgos económicos y un sistema internacional inestable
Desde que nació la revista británica The Economist ha sido un faro del libre mercado, el comercio internacional y la propiedad privada, valores fundamentales sobre los que se basa la democracia moderna y que ha probado ser el modelo económico más eficaz para sacar a millones de personas de la pobreza y disminuir las precariedades. Con el paso del tiempo, desde 1843, el semanario londinense también le ha hablado al oído a los gobernantes y a los empresarios, dándoles pautas y trazándoles la hoja de ruta de los años venideros. No solo con su Unidad de Inteligencia, sino con su “The Word Ahead”, separata especial en la que visualiza los asuntos que le deparará a los países.
En su última versión, del mundo adelante, se centra en la incertidumbre que acompañará a las distintas naciones el año que viene. Y de nuestra cosecha se añade, lo difícil que es navegar y tomar decisiones en medio de un mar de cosas inciertas, como las políticas de Estados Unidos con el resto de los países, el avance de los populismos en América Latina, la inestabilidad bélica que se deriva de Rusia y China, sin descontar la eterna esquiva paz en Medio Oriente. Nunca antes el mundo había tenido tales condicionantes para hacer prospectiva económica.
Los países que se dedican a producir solo materias primas ganarán o perderán dependiendo de la posición que ocupen en la geopolítica. Ser productor y exportador de petróleo, cobre o carbón puede ser una lotería si se está en la agenda de Estados Unidos, porque el comercio seguirá dependiendo de los vaivenes de Donald Trump. En este escenario dominado por Trump, Estados Unidos volverá a ser el tema central por dos razones principales: su 250 aniversario y las elecciones de mitad de mandato. La publicación asume que Trump ya está implementando su agenda y que “nada la detendrá”, incluso si los demócratas logran recuperar la Cámara de Representantes.
“¿Se encuentra el mundo en una nueva guerra fría entre bloques liderados por Estados Unidos y China, o un acuerdo trumpista dividirá el planeta en ‘esferas de influencia’ estadounidenses, rusas y chinas, en las que cada uno podrá hacer lo que le plazca? No cuente con ninguna de las dos cosas. Trump prefiere un enfoque transaccional basado en el instinto, no en grandes paradigmas geopolíticos”, plantea la revista. Para bien o para mal, dicta el adagio popular, el Presidente de Colombia, ha abierto un espacio de incomodidad para el motor de la economía mundial y principal socio comercial del país; más para mal en su posición que ha puesto en riesgo las exportaciones nacionales, aumentando el grado de incertidumbre y ha comprometido gravemente la seguridad enfrentando el actual de Estados Unidos en contra de los narcotraficantes que han desangrado al país durante décadas.
Si se observa la sentencia de The Economist de que será un año nuevo cargado de incertidumbre, pesa más la actitud de Colombia soplando sobre el fuego vivo, de tal manera que si se quiere hacer una buena prospectiva, no hay en el camino a corto plazo un consejo distinto a aguardar decisiones antes de que el país haya decidido sobre el nuevo inquilino de la Casa de Nariño. Vivimos una época de cambio más que un cambio de época en el que hay que leer el modus operandi de los actores que forman incertidumbre y quienes la desvanecen.
Información extraída de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/la-complicada-derrota-de-la-incertidumbre-4272278



