Craso error se puede cometer si el foco está en la sucesión presidencial sin tener en cuenta que aún faltan once meses, pero se ha avanzado en cambiar la agenda temática
Los últimos días del Gobierno Nacional solo llegarán cuando su periodo termine, no hay que anticipar nada, y mucho menos, “ensillar antes de coger las bestias”.
Del décimo Congreso Empresarial Colombiano puede desprenderse que hay una sensación de cambio en la actitud del sector productivo: se habla menos del Gobierno actual, menos quejas, lamentos y todas las conversaciones no giran en torno al Presidente y la ineficiencia de su administración.
El ambiente empresarial confirma que una cosa es la formación de la Colombia económica, y otra muy distinta, la pugnacidad política que impera por estos días preelectorales. Percepción que deben entender los aspirantes a suceder a Gustavo Petro en la Casa de Nariño y empezar a hacer propuestas concretas para solucionar los problemas que dejará el Gobierno, tales como el enorme déficit fiscal, el manejo de la inflación indómita y torear la enorme deuda externa, entre otras cosas, como recuperar el sector petrolero y garantizar la seguridad para poder reactivar las inversiones en los territorios.
La “despetrificación” de las conversaciones cotidianas es un avance enorme para el crecimiento económico, pero también tiene sus amenazas como es ser ingenuos sobre la capacidad sobrenormativa, como obstáculo para el desarrollo, que tiene una economía local. Aumentar la capacidad instalada en las empresas no se da de la noche a la mañana, hay que esperar que los índices de incertidumbre bajen a niveles cercanos a la confianza.
Los indicadores macroeconómicos señalan que la coyuntura económica no es tan mala como se percibe en la opinión pública, eso si se mira el desempleo, la tasa de cambio, las tasas de interés, el crecimiento en promedio regional y el comportamiento de las exportaciones, por ejemplo, los nubarrones vienen del lado del déficit fiscal y la deuda externa, situaciones que requieren un plan para quien maneje las riendas del país en un año.
Aislar la política de la actividad económica es un imposible, pues los gobiernos son los garantes y reguladores de los mercados, pero los últimos meses han demostrado que Colombia puede probar en los próximos años que la actividad productiva no dependa tanto de lo público y eso no se hace como una política de Estado sino como una apuesta real a una economía de mercado plena.
La intencionalidad que le impriman los empresarios es fundamental, la actitud frente a sus clientes, públicos o comunidades; el liderazgo de las empresas y sus empresarios son los que realmente transforman una sociedad y eso se está viendo en la última milla de este periodo presidencial.
Si se mira con ojos de balance del último año, son muchos los negocios, alianzas, integraciones, compras, ventas, fusiones, desenroques, entre otras maniobras de las empresas, que se han dado, generando una sensación de que todo no está tan mal como se percibe en algunos medios de comunicación, que nuevamente caen en la cultura del pesimismo que carcome.
Pasar de la queja a la acción, del miedo a la confrontación del mercado son posiciones que bien vale la pena destacar en este momento, y eso es lo que están haciendo los empresarios, pero hay que tener en cuenta -con mucha consciencia- que aún falta un año y que no se puede ser ingenuos, máximo cuando la regulación de los mercados, las licencias oficiales, las consultas a las comunidades, todo el accionar de las “ías” puede ser usado para profundizar crisis de las que se va saliendo poco a poco.
Es el momento de demostrar que el sector productivo puede ser el validador de las instituciones políticas y que realmente es el pilar de la economía y de la sociedad, la fuente de pago de impuestos y de generación de empleos formales.
Información extraída de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/la-economia-se-empieza-a-despetrificar-4202613



