El Gobierno Nacional pondrá a andar en el Congreso una propuesta de más impuestos por $26,3 billones, el monto más grande que discutirán las comisiones económicas.
Uno de los hechos por los que este Gobierno Nacional pasará a la historia es que solo ha logrado imponer una reforma tributaria en sus tres años de administración, y lo otro, es que ha propuesto un monto a recaudar -en una eventual segunda tributaria- la friolera de $26,3 billones, una cifra sin precedentes ni escrúpulos para un recaudador de impuestos.
También podría presentarse el hecho como una noticia buena y otra mala, la buena es que solo habrá dos tributarias entre 2022 y 2026, y la mala que son las dos tributarias más leoninas contra las personas naturales y jurídicas. La primera de Petro alcanzó, unos $20 billones; Duque impuso tres tributarias, la de 2021 recaudó $15,2 billones, la de 2019 unos $9 billones y la de 2018, unos $7,5 billones.
Santos, por su parte, sacó cuatro reformas tributarias entre 2010 y 2016, que en promedio recogieron de los asalariados y las empresas entre $6 billones y $12,5 billones; toda una fotografía de ineficiencia tributaria y de “hacedores de retazos” de lo que se ha convertido el estatuto tributario colombiano, un libraco de unos 1.000 artículos -muchos sin reglamentar- que no arreglan el desfase entre presupuestos y recaudos.
Se han nombrado docenas de misiones, comisiones y comités de expertos para trabajar en el asunto de la contribución, pero ninguna de las conclusiones ha sido aplicada; hay un desgreño crónico en la hacienda pública y en sistema de tributación que hacen que las empresas no cuenten con la seguridad impositiva que se requiere para hacer proyectos de inversión de largo plazo.
Un país que en promedio hace una tributaria cada año y medio no logrará nivelar las asimetrías, y mucho menos, emparejará gastos e ingresos. Impuestos temporales que se volvieron permanentes, dobles tributaciones, castigo a las ganancias, pocos incentivos a la inversión en regiones necesitadas, carga impositiva a los salarios, impuestos al patrimonio, exenciones a grupos de presión y una enorme evasión de impuestos son las constantes en un sistema obsoleto que es el peor entre los países de la Ocde.
La nueva tributaria, la más ambiciosa de la historia, no solo es inoportuna, regresiva y sin ambiente entre los congresistas, sino una manera de ensañarse contra las empresas y los trabajadores formales, quienes serán nuevamente cargados de una cascada de más tributos.
El argumento de ricos y pobres, no solo es una tremenda espada electoral, es también, una manera de seguir sembrando resentimiento en una sociedad que necesita solucionar problemas y precariedades que tienen como epicentro la poca ejecución de los presupuestos.
El déficit es un gran problema para el Gobierno actual y para el que sea elegido, pero más será la excesiva carga tributaria en un momento en que los países compiten por nuevas inversiones y en el que los jóvenes profesionales optan por la migración a países en donde no solo tenga mejores salarios, sino menos impuestos.
Que una empresa tenga que darle al Estado $40 o $60 de cada $100 producidos, no deja generar nuevos empleos o ampliar su capacidad productiva, y que un trabajador formal deba trabajar hasta el 14 de julio, Día de la Libertad de Impuestos o Freedom Tax Day, es una auténtica exageración que le resta productividad al país.
De momento, habiendo experimentado una dictadura fiscal en 2025, quizá lo mejor sea que el Congreso haga un gran pacto para reducir el gran Presupuesto de $557 billones para el próximo año.
Información extraída de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/la-tributaria-mas-grande-de-la-historia-4210713



