Bill Gross, cofundador y exdirector de inversiones de Pacific Investment Management Co., dijo que las acciones están “claramente sobrevaloradas” y que los rendimientos de los bonos tendrían que caer “significativamente” para justificar las valoraciones actuales.
En una perspectiva de inversión publicada el miércoles, Gross dijo que ni los bonos ni las acciones son atractivos, ni siquiera después de las recientes liquidaciones, porque la inflación deja poco margen para que la Reserva Federal recorte las tasas desde un máximo de 22 años.
“Yo pasaría por alto las acciones y los bonos en términos de rentabilidad total futura”, escribió, y añadió que los bonos son un “mejor negocio” que las acciones en una desaceleración o recesión económica.
Gross dijo que las “mejores apuestas” son los arbitrajes en acuerdos de fusiones y adquisiciones, como la oferta de US$69.000 millones de Microsoft Corp. por Activision Blizzard Inc., que espera cerrar en unas dos semanas. Las sociedades limitadas maestras (MLP, por sus siglas en inglés) también se encuentran entre sus favoritas. Las MLP cotizan en bolsas, se centran en recursos naturales como el petróleo y el gas y ofrecen mayores rendimientos y ventajas tributarias.
Los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años alcanzaron un máximo de 16 años esta semana mientras se arraigaba cada vez más la idea de que la Fed probablemente mantendrá altos los costos de endeudamiento. Los movimientos se vieron impulsados principalmente por los rendimientos reales o ajustados a la inflación, que han aumentado a 2,4% desde alrededor de menos 1% hace dos años.
Normalmente, un aumento en los rendimientos reales de esta magnitud habría llevado la relación precio-beneficio del S&P 500 a 12, frente a los 18 actuales, señaló Gross. Pero dijo que el entusiasmo por el potencial de avances en inteligencia artificial y el gasto gubernamental desenfrenado han mitigado el impacto.
Sin embargo, “¿pueden la IA y un déficit fiscal de US$2 billones en el futuro validar que ‘esta vez es diferente’?”, escribió. “Yo desconfío”.
Traducido por Bárbara Briceño.