Un grupo de 25 familias firmaron acuerdos de conservación para proteger la zona de influencia del Parque Nacional Natural Chingaza.
En la zona de influencia del Parque Nacional Natural Chingaza, en una de las veredas de Choachí, hace más de seis años Óscar Raigoso empezó un proyecto cuya palabra clave era “bienestar”, para la comunidad y para las áreas protegidas. La idea era ambiciosa: convertir algunas de las tierras de las familias en lo que los lugareños llaman “la parte alta” en áreas de conservación privada, como una especie de barrera protectora para el páramo en los Andes, uno de los ecosistemas más significativos de Colombia.
Para esto, en 2021 se firmaron 25 acuerdos de conservación, aunque hay una población objetivo de 200 familias en una área aproximada de 1.000 hectáreas de bosque andino. Óscar, junto a su madre Anais Hortúa, hacen parte de este grupo de familias. “Cada acuerdo generado, es una oportunidad de conservación, de disminuir conflictos y de mejorar la calidad de vida de las familias alrededor del área protegida, en zonas estratégicas de conectividad”, explica el director de Conservación y Gobernanza de WWF Colombia, Carlos Mauricio Herrera.
“Si conservamos estos ecosistemas naturales estamos conservando la vida”, cuenta Anais, quien ha notado un cambio en los últimos años porque “antes no se hablaba de conservación y a veces se talaba o se sembraba en la parte alta del páramo”, pero ahora la comunidad está concienciada y ya no tiene estas prácticas.
Estos acuerdos son voluntarios y cuentan con una ventaja, que son acordados con las personas, “desde lo local”, explica Óscar, quien relata la historia de este proceso orgulloso de que, aunque difícil, ha sido exitoso logrando proteger más de 800 hectáreas en las inmediaciones del parque, ofreciendo “mejoramiento de hábitat, conectividad para las especies y muchos otros bienes y servicios”.
Anais siempre se dedicó a los trabajos y labores del campo, especialmente la ganadería y la agricultura, pero ahora ha podido construir un galpón para gallinas gracias a los incentivos recibidos por el acuerdo de conservación, apoyado por Parques Nacionales Naturales de Colombia (PNNC), la autoridad ambiental del país encargada de las áreas protegidas nacionales, y al programa Herencia Colombia*, del cual WWF Colombia es socio.
Su hijo Óscar, que lleva trabajando con PNNC doce años, explica los tres ejes del proyecto, que son el fortalecimiento de los sistemas productivos, el ecoturismo y el rescate de las actividades tradicionales. La tarea ahora es lograr que más familias se unan y firmen acuerdos de conservación.
“Los acuerdos benefician muchísimo a la comunidad, porque al haber incentivos podemos mejorar nuestros sistemas productivos”, dice Anais, además de asegurar recursos económicos para garantizar la conservación. Ella sueña con poder instalar paneles solares en su finca para tener energía limpia y, además, le pide el proyecto que ayude a mejorar las viviendas de la comunidad.
Gobernabilidad de las comunidades
También Ramón Pulido, ganadero de 30 años, firmó un acuerdo de conservación con la convicción de que “hay que conservar la zona de influencia de Chingaza”, pero con la certeza de que tenían que involucrar a la comunidad, que no era tarea para una sola familia o un solo predio. Por el momento, Ramón ha recibido insumos como postes, semillas y abonos para mejorar sus sistemas productivos a cambio de conservar.
Ramón es guía bilingüe del parque Chingaza, así como guía de aves debido a su gran pasión por estos animales, y ha podido constatar que desde que los acuerdos de conservación se firmaron se han notado cambios en el parque y sus alrededores, como el regreso de animales, entre ellos, el venado de cola blanca (Odocoileus virginianus), el venado soche (Mazama rufina), el oso andino (Tremarctos ornatus) o, incluso, el puma (Puma concolor). Sus apariciones, según Ramón, también ayudan al ecoturismo de la zona, que a su vez mejoran la cadena productiva de la comunidad.
“Cuando dejamos de impactar arriba estamos mejorando los recursos, por ejemplo el agua”, explica el lugareño, cuyo mayor orgullo tras firmar este acuerdo es que su hijo de cuatro años quiere seguir su ejemplo y ser guía turístico, aunque le reclama al padre que todavía no le ha llevado al páramo, y sueña con ello.
“Espero seguir conservando y enseñarle a los niños la importancia de la conservación, y con estos acuerdos seguir con los incentivos para mejorar y hacer otras actividades como cabañas para el agroturismo”, desea Anais, mientras que el anhelo de su hijo es que esta comunidad siga recibiendo ayuda y orientación para continuar conservando el páramo.
“Es hora de aportar nuestro granito de arena y que esto se siga conservando”, concluye Ramón.
Información extraída de: https://www.wwf.org.co/?393630/Chingaza-conservacion-del-Parque-Nacional-Chingaza