El tejido empresarial, la confianza del consumidor y la gestión de mandatarios locales han sido los verdaderos motores de esta recuperación.
Esta semana se reveló el crecimiento anual del tercer trimestre del 2%. Un resultado heterogéneo, con sectores en recuperación y otros aún en terreno negativo. Más allá de la cifra, lo que más llamó la atención fue la polarización en las reacciones: algunos lo consideran un fracaso rotundo, mientras que otros lo celebran como una victoria colosal.
La realidad, como siempre, está en el punto medio, aunque esta vez más cerca del lado positivo. En general, la economía parece comenzar a ver la luz al final del túnel tras años atípicos marcados por la pandemia de 2020, el sobrecalentamiento de 2021-2022 y el ajuste de 2023-2024. Nos enfrentamos ahora a una “nueva normalidad”.
La polarización no debe nublar la razón. Aunque el crecimiento fue ligeramente inferior a lo esperado, confirma que la reactivación avanza. Se ha superado el 0,6% de 2023, el 0,9% del primer trimestre y el 1,9% del segundo trimestre.
Este desempeño fue impulsado, especialmente, por los meses de julio y agosto, favorecidos por eventos como la Copa América y una mayor confianza. Todo indica que el crecimiento en 2024 estará más cerca del 2% que del 1% proyectado al inicio del año. Un dato alentador es el repunte de la inversión, que pasó de cifras negativas a positivas, gracias a las grandes obras de infraestructura en las principales ciudades.
La inversión total creció más del 20%. El consumo, que representa cerca de tres cuartas partes del PIB, también se mantiene en terreno positivo. Sectores como el comercio y los servicios financieros muestran signos de reactivación, mientras que la agricultura y el entretenimiento continúan con un desempeño sólido.
La minería sigue siendo el lunar, afectada por los bloqueos y desórdenes públicos. La industria, aunque aún en números negativos, muestra indicios de recuperación que podrían consolidarse el próximo año. En contraste, la vivienda continúa rezagada debido al impacto de la caída en ventas sobre la producción.
La reactivación deja poco margen para que el gobierno la atribuya como un logro propio. La baja ejecución de la inversión pública, la incertidumbre persistente y la limitada materialización del plan de reactivación han frenado los avances, destacándose solo esfuerzos aislados como el Pacto por el Crédito. En contraste, el tejido empresarial, la confianza del consumidor y la gestión de mandatarios locales han sido los verdaderos motores de esta recuperación.
De cara a 2025, el panorama sigue incierto, y aunque se vislumbra una salida del túnel, aún quedan sombras en el camino. La inflación permanece lejos de su meta, mientras la incertidumbre externa y fiscal persiste. Además, los efectos de la baja inversión empezarán a hacerse evidentes, especialmente en sectores estratégicos como gas, energía y petróleo.
* Estos y otros temas se discutirán en nuestro foro de Perspectivas Económicas de Corficolombiana el próximo 3 de diciembre. Los esperamos.
CÉSAR PABÓN CAMACHO
Información extraída de: https://www.portafolio.co/opinion/analisis/luz-al-final-del-tunel-opinion-617926