Con una inflación más cerca de 6% que de 4%, las autoridades económicas no encuentran la razón real de que el costo de vida suba y que el país se consolide como uno de los más caros
Es bien difícil hacer prospectiva económica y no caer en el simplismo de las cifras presentadas al azar. Los fundamentales son relativamente buenos, pero cuando se profundiza el bisturí para hallar las verdaderas razones de los números se llega a máximas preocupaciones que sólo hacen pronosticar que al Gobierno Nacional que se instale el próximo 7 de agosto le corresponderá hacer grandes reformas fiscales y dar un timonazo en materia de gasto e inversión, o al menos encontrar un propósito país que lleve a los casi 52 millones de colombianos a creer en un futuro muy incierto.
Y es que no solo en Colombia se ve con escepticismo el futuro inmediato, también en el mundo: The Economist, la influyente revista global, acaba de liberar su especial de fin de año, The World Ahead 2026, en el que su editor plantea que “2026 será un año de incertidumbre, ya que la reconfiguración, por parte de Donald Trump, de las normas establecidas en geopolítica, diplomacia y comercio sigue generando repercusiones mundiales y mantiene al Presidente en el foco de atención internacional. Pero también promete ser un año que revelará hacia dónde se dirige el mundo. ¿Provocará la guerra comercial una desaceleración económica? ¿Generará la IA un auge, una crisis o una reacción adversa? ¿El enfoque poco convencional de Trump hacia la diplomacia traerá cambios duraderos a Oriente Medio? ¿Los mercados de bonos pondrán fin a los programas de incentivos para los países ricos que viven por encima de sus posibilidades? Las respuestas a estas preguntas determinarán el curso de los asuntos mundiales en los próximos años”.
Será un año de desafíos y oportunidades para los países, las empresas y los ciudadanos, y en lo que le corresponde a Colombia las cosas serán más complicadas porque los avances alcanzados en las décadas del siglo XXI casi que han sido borrados, al menos en la guerra contra las guerrillas que se han tornado totalmente narcotraficantes, además del rápido andar de la informalización de la economía.
Y no menor, el gran problema local empieza a ser la inflación que no se logró durante este 2025 bajarla de 5% y que se ha convertido en la piedra en el zapato del Banco de la República que tiene el mandato de mantener el poder adquisitivo del peso, que cada vez es menor, si se atiende que el costo de vida en Colombia es el tercero más alto, solo después de Venezuela y Argentina.
Las explicaciones oficiales, de algunos centros de investigación y de las universidades interesadas en estos temas han sido muy simplonas y con un sesgo politiquero que desdice de su papel académico; le echan la culpa al déficit y al incremento del salario mínimo del año pasado, pero no cruzan otras variables ni ven externalidades como la guerra arancelaria, la inflación en Estados Unidos, las tasas de la Reserva Federal, y por supuesto, la indiscutible revaluación del peso que se han mantenido en el techo durante los últimos cuatro meses.
Hace falta rigor técnico para saber qué está pasando con el costo de vida, sin caer en argumentos comunes u ordinarios, datos que necesitan los bancos para decidir si bajan o suben sus tasas de interés, una decisión urgente para saber cuál será el costo del dinero el año que viene.
Al Dane hay que crecerle los datos que aporta a la sociedad, pues es una entidad seria avalada por el Ocde y de reputación técnica, la tarea pendiente es encontrar las causas de esos datos y el comportamiento de los mismos al futuro.
Información extraída de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/muy-flojos-en-la-explicacion-de-la-alta-inflacion-4269236
