Mientras el Gobierno sigue ajustando piezas estructurales de su estrategia de reactivación, industria, comercio y la construcción necesitan apoyo ya.
Esta semana el Dane reportó el comportamiento de los sectores industriales y comerciales correspondientes a mayo pasado. Mientras que la industria manufacturera no logró sostener el repunte registrado en abril, el comercio minorista ajustó otro mes consecutivo en una racha negativa de ventas cercana a los 18 meses. La producción industrial y las ventas reales industriales cayeron un 3,6 y 3 por ciento frente al mismo período del año pasado y 28 de las 39 actividades medidas marcaron variaciones negativas.
Por el lado del comercio, las ventas bajaron un 1,7 por ciento y el personal ocupado se redujo en 0,7 por ciento en términos de la variación anual. En lo corrido de este 2024 el indicador del descenso está en 3 por ciento para las ventas y el del personal ocupado en 0,6 por ciento. En lo que a construcción se refiere, un informe reciente señala que los tiempos de comercialización de una vivienda se han duplicado en dos años: en 2022 vender una casa de Interés Social (VIS) se demoraba unos seis meses, hoy en día ese plazo se elevó a 14,5 meses.
Mientras la fotografía de estos tres sectores cruciales para la reactivación de la economía colombiana -comercios, industrias y construcción- continúa deteriorándose, el Gobierno aún sigue ajustando y diseñando piezas estructurales para arrancar su plan de reactivación económica. Hace pocos días, la administración Petro -con el liderazgo de Planeación Nacional y la Presidencia- presentó a los gremios de la producción el “Sistema Nacional de Competitividad e Innovación”, plataforma desde la cual se desplegarán los esfuerzos institucionales para la recuperación de la economía.
De acuerdo a distintas declaraciones gubernamentales, esta iniciativa, junto con sus alcances y medidas más detalladas, será presentada el próximo 20 de julio. De hecho, el plan de reactivación del gobierno Petro contempla, como lo anunció el primer mandatario hace varias semanas, un paquete legislativo con inversiones forzosas, incentivos y estímulos tributarios sectoriales y una eventual nueva reforma tributaria para las empresas, entre otros proyectos.
Más allá de la conveniencia o efectividad de algunas de estas propuestas -por ejemplo, recortar impuestos corporativos en medio de un escenario fiscal tan complicado como el que el Estado colombiano atraviesa hoy- la cuestión es de urgencia y celeridad. Si bien el Gobierno ha venido haciendo el esfuerzo de encontrarse con empresarios y gremios para socializar mejor esta estrategia -y preferiblemente concertarla en conjunto- es momento de pisar el acelerador.
Sin desconocer los ambiciosos objetivos que el Ejecutivo le adscribe a su política de reindustrialización o la del sector energético, las actividades económicas en rojo requieren de medidas con urgencia, que dependen de las herramientas gubernamentales y que no tengan que esperar el debido trámite parlamentario. Un abordaje inmediato y puntual no riñe con el despliegue de una política que apunte a las transformaciones estructurales -complejas de por sí- a las que aspira la administración Petro.
Pero lo más fundamental en esta dirección es recordar la ventaja de diseñar una estrategia de reactivación de la economía concertada y construida en conjunto con los empresarios, por encima de un plan de recuperación forzoso, impuesto y, quizás muy tardío. En especial, porque, además de estimular el crecimiento y la dinámica económica, estas medidas deben orientarse a proteger el empleo, crear más puestos de trabajo y beneficiar a empresas y a hogares.
Información extraída de: https://www.portafolio.co/opinion/editorial/no-da-espera-columna-de-opinion-609020