La caída en el recaudo tributario se explica por los malos números que el Gobierno hizo en el marco fiscal de mediano plazo del año pasado en el que no previó varios factores
A un economista se le perdona no saber escribir ni comunicar, pero jamás rajarse en el manejo de los números. Eso le acaba de suceder al equipo económico del Gobierno Nacional, que está dando muestras de haberse equivocado en el Marco Fiscal de Mediano Plazo del año pasado, en el que preveía unos ingresos que nunca llegaron y no anticipó un crecimiento económico por debajo de las expectativas.
Es simple: si no hay buen crecimiento en la producción general de bienes y servicios, pues no hay pago de impuestos. El comportamiento del recaudo tributario en lo que va del año es uno de los mayores lunares del Gobierno Nacional, que ya ha experimentado episodios penosos como pagar dos veces la nómina o no presentar adecuadamente el cupo de endeudamiento ante el Congreso, roles y funciones básicas para administrar el Estado.
Ahora se evidencia que el bajo recaudo del impuesto de renta, proporcional al débil crecimiento económico, no fue un supuesto tenido en cuenta para la construcción del Presupuesto General de la Nación para 2024.
A la luz de los números, o la matemática de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, Dian, el recaudo entre enero y abril solo subió a $85,8 billones, cifra inferior en $9,8 billones frente al mismo período del año pasado, cuando se alcanzaron $95,7 billones; esto es una caída de 10,3%, si se comparan las cifras.
El desfase puede ser mayor, si se evalúan las proyecciones de recaudo general al primer trimestre, que hablaban de $107 billones, es decir, $21,5 billones por debajo, 20% menos. Esta penosa situación tiene origen en la situación del recaudo de abril per sé, cuando solo se alcanzaron $18,6 billones, 49,0% menos que el mismo mes del año pasado, cuando fue de $31,5 billones.
En pocas palabras, fue un abril negro para la Dian. Las dos caídas más importantes fueron en renta (-$10,4 billones) y en IVA externo (-$2,9 billones); un termómetro que evidencia desaceleración o menor actividad económica como consecuencia de la incertidumbre y la falta de ejecución gubernamental.
Las autoridades económicas deben enfocarse ahora en el estado de caja del Gobierno y la necesidad de ajustar el gasto. Puede suceder en las próximas semanas que el Ministerio de Hacienda lance la alerta de que solo tiene caja para unas 10 ó 12 semanas, lo que impactaría ineludiblemente el acceso al crédito externo.
Es urgente un ajuste del Gobierno Central para que no se cierren las fuentes de financiamiento; el presidente Petro y el ministro Bonilla tienen plazo hasta el próximo 15 de junio para enviar el Marco Fiscal de Mediano Plazo al Congreso, es decir, un documento en donde plasmen sus indicadores clave para el año que viene: precios del petróleo, recaudo de impuestos y financiación, entre otros.
La tarea es enorme en términos de ingresos y la realidad es que no hay posibilidad de gastar más. Fundamental para construir el Marco será tener en cuenta un gran recorte en funcionamiento e inversión y visibilizar un nuevo déficit fiscal, de momento en 5,3% del PIB, pero que puede sorprender a todos y ubicarse por encima de 6%, lo que se convertiría en un escándalo.
Conclusión: se vienen recortes, pero más aún, es ineludible un gran endeudamiento, pues no hay plan real de aumento en los ingresos que no sean provenientes de dinero de los bancos.
