El temor de un ‘aterrizaje forzoso’ de la economía de EE. UU., en plena campaña presidencial, no se disipa del todo.
El pasado viernes, un decepcionante reporte laboral en Estados Unidos, junto a otros indicadores, la decisión de la Reserva Federal (Fed) de mantener las tasas y el aumento de las mismas en Japón, desataron una oleada de temor en los mercados globales sobre una eventual recesión en la economía norteamericana. Con una creación de 114 mil puestos de trabajo, la tasa de desempleo estadounidense subió a 4,3 por ciento, el nivel más alto de la pospandemia.
Este deterioro del mercado del trabajo en EE. UU. -producido por la entrada de cientos de miles de trabajadores a la fuerza laboral- desata estos ‘rumores’, ya que pareciera poner en entredicho la narrativa dominante sobre un ‘aterrizaje suave’ de la principal economía del mundo. Es decir, la capacidad de la Fed de bajar los niveles de inflación norteamericanos a los rangos deseables sin conducir a esta economía a la recesión, esto es, dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo.
Lo cierto es que EE. UU. ha crecido en esta pospandemia con una dinámica mucho mejor que al registrada en otras economías de países y regiones desarrolladas. Más aún, en no pocas ocasiones en años recientes, ha desafiado unas perspectivas negativas y los llamados ‘vientos de recesión’. En el segundo trimestre del año la economía estadounidense crece a un ritmo anualizado de 2,8 por ciento, un nivel similar a lo registrado en los últimos seis trimestres.
Muchos analistas afirman que, si bien el desempeño del mercado laboral ya entra como una preocupación en sustitución de la inflación, no se ven señales de un desplome inminente de las actividades económicas en EE. UU.
El papel de la economía norteamericana, como motor de crecimiento global, es de tal preponderancia que estos temores se replican en las distintas latitudes y se reflejan en las bolsas. Aunque la materialización de esa ‘recesión’ en EE. UU. no se ve tan factible y ya la calma ha regresado esta semana a los mercados internacionales, sí hay señales e indicadores que apuntan a una ralentización en el ritmo del crecimiento de la economía de Washington. En otras palabras, el ‘bajón’ sí constituye motivo de alerta.
Los analistas destacan, por ejemplo, muestras de deterioro de la confianza de los consumidores que se suman a la pérdida de dinámica en el mercado laboral. Las industrias manufactureras y su capacidad de generación de empleo no pasan por un buen momento, en contraste de los servicios y la administración pública. Además, si bien la inflación ha venido cayendo, los precios hoy son más altos que en la prepandemia y los ciudadanos lo resienten en sus percepciones y expectativas.
Toda esta discusión global sobre el estado de salud de la economía de EE. UU. se está dando en medio de una campaña presidencial sin precedentes históricos. El pulso entre la vicepresidente Kamala Harris y el expresidente Donald Trump -antecedido por la renuncia del actual mandatario Joe Biden- aporta su dosis de incertidumbre. En especial, cuando las encuestas reflejan que los votantes estadounidenses consideran que Trump tuvo mejor manejo de la economía que la actual administración Biden.
En conclusión, una ralentización de la economía de EE. UU. no solo puede desatar consecuencias electorales en la campaña Harris-Trump, sino también jalar hacia abajo la actividad económica global, incluido Colombia. El mundo entero seguirá de cerca los próximos datos del desempeño norteamericano y la decisión de la Fed sobre tasas en septiembre próximo.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
Información extraída de: https://www.portafolio.co/opinion/editorial/rumores-de-recesion-editorial-610731