El evento global, que Cali realizó con excelencia, volvió a dejar temas pendientes a la hora de proteger el planeta. Colombia ganó.
Las cumbres ambientales cada vez ganan más protagonismo y despiertan mayor interés. La posibilidad cierta de ver un planeta devastado por la acción del hombre hace que muchos deseen participar a la hora de encontrar caminos de salvación. Pero para alcanzar dicho objetivo –que es inaplazable– hay que generar las condiciones necesarias: involucrar recursos, llegar a acuerdos y asumir sacrificios que no todos están dispuestos a aceptar.
A través de negociaciones bilaterales, el país alcanzó acuerdos para programas ambientales por 100 millones de dólares y consiguió la secretaría general de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (Otca). La ciudad de Cali y el Valle del Cauca, en particular, merecen capítulo aparte y un reconocimiento para su dirigencia. El entusiasmo y la entrega demostrados por su gente dejaron en alto el nombre de la ciudad, un hito que le permite avizorar un futuro prometedor y plantearse nuevos retos de cara al futuro. Por ahora, los mejores aplausos.
Información extraída de: https://www.eltiempo.com/opinion/editorial/lecciones-de-la-cop16-3396466