Para el 2025 la situación tampoco pinta bien y, al contrario, se evidencia un camino tortuoso para la economía.
Siempre que se está terminando un calendario, resulta normal y conveniente, no solo hacer el balance de lo vivido en el período sino las proyecciones para el año siguiente por el riesgo de las decisiones a tomar. Esto rige para todos los agentes económicos y sociales, independientemente de las variables utilizadas, incluso refiriéndose a las personas de carne y hueso.
Desafortunadamente, el balance del año que termina no es para destacar en sus resultados y es evidente el desánimo tanto de los empresarios de todos los tamaños y en la mayoría de actividades, pero en particular en las más dinámicas en términos de generación de riqueza y de empleo, como son la industria manufacturera, el comercio de bienes y servicios y la construcción de vivienda e infraestructura. En buena parte, esa incertidumbre se refuerza por el hecho que sería el segundo año de un comportamiento alicaído y porque para el 2025 la situación tampoco pinta bien y, al contrario, se evidencia un camino tortuoso para la economía, pese a la narrativa oficial que pretende mostrar lo contrario en una clara demostración de que desde los mismos postulados del plan de desarrollo del gobierno 2024-2028 las ambiciones eran muy limitadas, como quien dice, “contentos con muy poca cosa”.
Hay que ser sinceros. Al poco esfuerzo del gobierno en montar un plan para recuperar la economía y los negocios, prometido desde comienzos de la administración y un acuerdo nacional que no ha pasado de frases sueltas y contradictorias, la administración Petro pasará a la historia por dos fallas protuberantes.
La primera es la de pretender promover la enemistad entre el empresariado y el pueblo trabajador, acusando a los primeros de explotadores y desalmados capitalistas, cuando no comprende que más del 98,5% de las empresas en Colombia son micro y pequeñas unidades empresariales. Hay que decir que esa “bronca” había sido superada en nuestro país y es muy dañino ahora revivirla.
El segundo asunto se refiere a la mediocre gestión de los recursos públicos y la poca capacidad para lograr que las otras ramas del poder, en particular la legislativa, logren adelantar reformas importantes en temas que el país necesita, que no necesariamente son, como el Gobierno las quiere, a rajatabla, como los casos de los proyectos tributarios y mal llamada reforma laboral.
Hay que celebrar la caída en la inflación, que ha permitido una reducción de las tasas de interés, función primordial atribuida al Banco de la República. Sin embargo, sin restarle mérito a lo alcanzado, el freno a la inflación es un asunto global sin grandes traumatismos, como lo reconoce el mismo FMI.
¿2025? Con todo el esfuerzo, internamente más de lo mismo, muy pendientes de lo que ocurra en Estados Unidos con la nueva administración, un vecindario sin muchas ilusiones y la esperanza de que las guerras en Ucrania y Oriente dejen de ser la brutalidad del día a día.
Información extraída de: https://www.portafolio.co/opinion/analisis/analisis-contentos-con-demasiado-poco-616579