Para lograr un crecimiento ideal en 2025 hay que incorporar industria, comercio, minería y vivienda.
El lunes pasado el Dane publicó los resultados del producto interno bruto (PIB) correspondiente al año 2024 con un balance mixto, con aspectos positivos y tendencias preocupantes. Según la organización estadística, la economía colombiana creció un 1,7 % el año pasado, superando el registro de 0,7 % en el 2023, por debajo de las expectativas de los analistas.
Todo crecimiento de la economía es una buena noticia y es llamativo que este estuvo jalonado por las actividades agrícolas –en especial el cultivo de café– con una contribución de 0,8 puntos porcentuales al valor agregado. La administración pública le siguió con un aporte de 0,7 puntos porcentuales y las actividades artísticas y de entretenimiento que sumaron 0,3 puntos. En otras palabras, una recuperación en 2024 impulsada por sectores que tradicionalmente no son protagonistas. Que la agricultura y el entretenimiento tengan ese peso habla de unos motores que hay que estimular y fortalecer.
La otra cara de la moneda la experimentaron tres actividades económicas que terminaron el año pasado en rojo: información y comunicaciones, que se contrajo –0,8 %–; industrias manufactureras –2,1 %– y explotación de minas y canteras –5,2 %–. En el medio quedaron varias ramas que se estancaron –actividades financieras y profesionales– y otras que “pasaron raspando” como construcción, que creció 1,9 %, y comercio, 1,4 %.
La formación bruta de capital, cuyo desplome en el 2023 disparó alarmas, aumentó un 7,6 %, un nivel que aún no compensa, mientras que el gasto de consumo final de los hogares, un 1,6 %. Acierta el Gobierno en hablar de una senda de recuperación luego de la caída del 2023, con dinámicas para destacar y un mejor ambiente en consumo, menor inflación y más bajas tasas de interés.
No obstante, preocupan sectores productivos rezagados y estancados, mientras que la inversión requiere crecimientos más robustos que los registrados el año pasado. Las industrias manufactureras llevan seis trimestres consecutivos de caídas en su actividad económica, así como la construcción de vivienda, que completa la sexta contracción seguida en el PIB de edificaciones. El comercio se recuperó en el tramo final del año y generó un aporte que pudo ser mucho más alto.
En otras palabras, la economía se sacudió del casi estancamiento del 2023, pero experimentó un crecimiento irregular y heterogéneo que está dejando atrás a motores tradicionales de las recuperaciones, que combinan dinamismo con generación de puestos de trabajo. Este balance del desempeño económico en el 2024 ratifica que aún se mantiene la necesidad de un plan de reactivación, liderado por el Gobierno, de la mano de la cooperación público-privada.
Son requeridas acciones específicas y ejecutivas para frenar las caídas de los sectores industriales y los constructores de vivienda social, incentivar al comercio y detener el progresivo marchitamiento de las actividades minero-energéticas. El propósito nacional debe ser lograr un crecimiento ideal este año y superar las expectativas. Los momentos de ajuste que vive el Gobierno son una oportunidad para concentrarse en la gestión, la ejecución y la generación de confianza con el objetivo de desplegar pronto esa estrategia para un crecimiento integral, sostenible y creador de empleo.
Información extraída de: https://www.eltiempo.com/opinion/editorial/positivo-e-insuficiente-3428271