Mitad de año balance del 1er semestre muestra una senda positiva

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Si bien el balance del 1er semestre muestra una senda positiva, se requiere más crecimiento e inversión, recuperación de industria y ajuste fiscal.

El fin del primer semestre de 2025 trae el momento propicio para medirle el pulso a cómo va la economía colombiana en lo transcurrido del año con base en los datos ya disponibles. Como se había proyectado, el PIB viene marcando una senda positiva (2,7%) en el primer trimestre, de acuerdo al Dane- y las distintas estimaciones ubican el crecimiento anual entre 2,5% y 2,8%.

Aunque este dato es más alto que el 1,7% reportado para 2024, la dinámica sigue siendo insuficiente para las urgencias socioeconómicas del país y por debajo del potencial del aparato productivo nacional. La economía continúa creciendo jalonada de forma heterogénea por motores ‘sorpresa’ como el sector agrícola -en especial, el café-, el gasto público y las actividades de entretenimiento. Se siente la ausencia de un plan integral y estratégico de reactivación económica con énfasis en ramas con potencial como las industrias manufactureras y la construcción.

De hecho, a pesar de la recuperación experimentada por las actividades comerciales, los indicadores de la construcción de viviendas y de la producción industrial languidecen mientras se pierde su capacidad generadora de dinamismo económico, encadenamientos productivos y más puestos de trabajo. Preocupa asimismo la caída de la explotación de minas y canteras, que refleja el imparable deterioro de la industria de los hidrocarburos y sus nocivas consecuencias sobre el desarrollo regional y las finanzas públicas.

La economía cierra el semestre, impulsada por el consumo privado y las actividades terciarias, pero con débiles niveles de inversión privada. Estas dinámicas de crecimiento dispar -que vienen del año pasado- despiertan alertas sobre la sostenibilidad de esta senda positiva en el mediano plazo. La suspensión de la regla fiscal y la proyección del Gobierno Nacional de un déficit fiscal de niveles históricos, 7,1%, sigue desatando consecuencias negativas sobre las finanzas públicas, incluido el doble golpe reciente de las calificadoras de riesgo a la confianza crediticia del país.

En materia de desempleo, el Gobierno aplaude, como es de esperarse, la tasa de desempleo de un dígito, 9% en mayo pasado, y la caída en comparación con el 2024. Sin embargo, la gran mayoría de los puestos de trabajo generados por la economía se están dando en la informalidad y la recién aprobada reforma laboral no traerá medidas de importancia para combatir este fenómeno.

En cuanto a la inflación, la primera mitad del año podría terminar con un Índice de Precios al Consumidor (IPC) ligeramente por debajo del 5%. Si bien la tendencia descendente de este indicador es una noticia bienvenida por los hogares y las empresas, el ritmo de esa caída ha venido perdiendo fuerza ante persistentes presiones en arrendamientos y servicios públicos. Esto, sumado a la creciente incertidumbre fiscal, condujo a la junta directiva del Banrepública a mantener la tasa de interés en 9,25%.

En conclusión, la senda positiva que está mostrando la economía responde a la resiliencia del tejido empresarial, la solidez del consumo de los hogares y el desempeño del agro, el entretenimiento y la recuperación comercial. Sin embargo, las sombras del desbarajuste fiscal, la frágil atracción de inversión, el rezago de las industrias, la construcción y el sector minero-energético y la incertidumbre del entorno internacional preocupan. El debate público hoy debería estar enfocado en cómo lograr dinamizar el modesto crecimiento económico y cómo desplegar el necesario plan de reactivación.

FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER

Información extraída de: https://www.portafolio.co/opinion/editorial/mitad-de-ano-editorial-de-portafolio-634339

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