Ni emergencia o conmoción para más impuestos

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El Gobierno no ha entendido que la manera más popular y expedita de solucionar sus problemas de dinero es recortar gastos de funcionamiento y ejecutar mejor los recursos.

Colombia atraviesa por un grave problema de orden público en todos los departamentos de la costa Pacífica, en la frontera con Ecuador en Putumayo, y en las inmediaciones de Venezuela, en el sufrido Catatumbo.

El mapa de la guerra interna que vive el país se ha intensificado en los últimos días dejando más de 80 muertos y casi 10.000 desplazados, una caótica situación que ha llevado al Gobierno Nacional a una declaratoria de conmoción interior y emergencia económica para buscar fórmulas y recursos que frenen el baño de sangre sin precedentes.

Es una auténtica crisis humanitaria que traspasa los roles y las funciones de las fuerzas militares o de la Constitución Nacional, tal como reza la justificación de motivos del Presidente. El país ha regresado a sus días más oscuros en los que los asesinatos múltiples, la inseguridad en las carreteras, los enfrentamientos entre las guerrillas y la pobre reacción de la Policía y el Ejército son el pan de cada día.

Hay disidencias, clanes, bandas y guerrilla pura y dura que luchan internamente ante los ojos de un Estado complaciente que poco o nada hace para frenar la barbarie. Por supuesto, el narcotráfico y las rentas obtenidas del secuestro y la extorsión, son el combustible para mantener activos más de una docena de frentes de conflicto abierto.

Las batallas que hoy se libran en todos los rincones del territorio nacional son de mediados del siglo XXI; las motos, camionetas y celulares, están tejiendo un nuevo conflicto que poco a poco cerca a las grandes capitales.

El operar de los grupos en conflicto ya no se neutraliza con bombardeos o asaltos espectaculares a campamentos en la profundidad de la selva, tal como sucedía a principio de siglo; ahora son células flexibles máximo de seis personas en binomios que se movilizan en motos y se mantienen conectados por redes sociales, sin dejar una estela de acciones por donde se puedan perseguir.

Incluso, en Bogotá pasan desapercibidos los ataques con drones que se han presentado en Jamundí y en varios municipios de Cauca. La guerra interna de hoy es muy distinta a la que le tocó librar a los expresidentes Uribe y Santos; es un conflicto más dependiente del narcotráfico, con menos hombres en combate y totalmente metidos en los cascos urbanos a través de mototaxistas, una actividad sin regulación ni control.

El punto es que el Gobierno pretende ponerles un torniquete a estas actividades delictivas ensañadas en el Catatumbo y el Cauca, decretando una conmoción interior y una emergencia económica, como si el tema fuera de conseguir el dinero faltante del presupuesto general; una apuesta alejada de la realidad, pues ahora lo que necesita es acción por parte de los militares para estabilizar las regiones en conflicto y ahorro estatal para mostrar poder del Estado.

Yerra el Gobierno Nacional con su idea de conmoción y emergencia cuando debería presentar un ambicioso plan de ahorro, aumentar la ejecución de los presupuestos y acudir a todo el dinero guardado (regalías) para actuar en esas regiones problema.

La reforma tributaria presentada ya se cayó, no hay ambiente para más impuestos, por lo tanto, se debe acudir a otras estrategias enfocadas realmente en intervenir Catatumbo o Cauca. Poniéndole más impuestos a las empresas y a los empleados de nómina en todo el país, no se soluciona nada y los problemas van a persistir. Debe usar las regalías si quieren dinero para las regiones, no más impuestos para todos.

Información extraída de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/ni-emergencia-o-conmocion-para-mas-impuestos-4042387

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