La política monetaria del Emisor debe ser muy quirúrgica, la inflación ya casi está en terreno de 4%, pero presionar desde el Gobierno para que los tipos bajen sin control, puede ser muy malo
En un tiempo en el que el Gobierno Nacional quiere hacer todo bajo presión, léase sacar la consulta popular negada por el Congreso, para reformar el sistema laboral vigente, es preciso advertir que las tasas de interés están por entrar en un terreno muy delicado en el que se debe mediar entre la inflación real y el costo del dinero, no solo para que el Índice de Precios al Consumidor no vuelva a resucitar a altos niveles recientes, sino para evitar que la cartera del sistema financiero se dispare, una situación que se puede generar alentando la idea que todo se consigue con dinero barato, tal como es el mantra del Gobierno Nacional y de algunos codirectores del Banco de la República.
Es cierto que las bajas tasas son uno de los principales alicientes para que la economía tenga una mejor dinámica de crecimiento, vía consumo de las familias y reactivación de las inversiones empresariales, pero no lo es todo; la percepción de seguridad, la incertidumbre, la confianza empresarial, la seguridad para el inversionista, y ante todo, la sensación de que invierte en una región segura, son elementos que el Gobierno Nacional no está teniendo en cuenta cuando habla de bajar las tasas.
Una familia no se mete en el proyecto de cambiar su automóvil cuando ve que en su vecindario roban carros; un joven no mejora su celular cuando siente que se lo pueden robar en la calle, ni un campesino cambia su caballo o bicicleta por una moto cuando sabe que el palo no está para hacer cucharas y que casi todo el país está a merced de los delincuentes. Es una suerte de parábola del dinero barato: de nada sirve que los bancos sean obligados a prestar a bajo costo, que la inflación esté en su rango de entre 2% y 4%, si la inseguridad bloquea o borra toda iniciativa de mejoramiento del progreso financiero.
Es determinante que las políticas económicas, el discurso que las argumenta y los hechos estén verdaderamente sincronizados con la realidad nacional. No se pueden bajar las tasas de interés a sombrerazos por el simple hecho que hay una fina capa de sucesos que pueden generar burbujas crediticias, al tiempo que la sabiduría popular no deja que las deudas crezcan máxime cuando no hay protección para el patrimonio.
Es probable que ahora que la inflación de mayo entre en terreno de 4%, el Gobierno Nacional redoble su discurso de hacer que el Emisor baje el costo del dinero a terrenos de 8%, es decir, que entre el IPC y la tasa del banco haya 4% de diferencia, que podrían ser número atractivos, no obstante, ya en este nivel la milimetría en la política monetaria es fundamental, las familias no pueden ser empujadas a la idea de que hay dinero barato al alcance de sus manos, pues es determinante advertir que todo tiene que ver con los ingresos y la capacidad de pago real. No se trata de cuánto ha bajado el costo del dinero, sino cuánto puede pagar una familia, un consumidor financiero.
Lo que sí debe bajar con premura son los costos administrativos que les cobran a los cuentahabientes, quienes silenciosamente ven como los gastos hormiga merman sus ingresos. La divulgación de la información económica siempre debe estar muy atenta al comportamiento de las tasas de interés, al costo del dinero, observaciones que se deben sincronizar con el clima político general, pues una cosa afecta la otra: de nada vale que haya acceso a dinero barato, si las condiciones están signadas por la incertidumbre.
Información extraída de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/no-se-pueden-bajar-las-tasas-a-sombrerazos-4148857