Las buenas noticias en estos frentes son un respiro sorpresivo. Pero no hay que cantar victoria, pues los riesgos siguen latentes.
En medio de los complejos desafíos que enfrenta la economía colombiana hay dos agregados cuyo comportamiento sorprende a los analistas. El primero es la tasa de cambio, que se mantiene por debajo de los 4.000 pesos por dólar, a pesar de que las cosas no están fáciles, sobre todo en materia fiscal. Basta recordar que, en épocas no muy lejanas, temores del mismo tenor llevaron a que la moneda nacional se devaluara, lo cual no ha ocurrido en la presente oportunidad.
Al respecto, la explicación de quienes saben está relacionada con el menor desequilibrio de las cuentas externas, junto con un contexto que hace todavía atractivo traer capitales al país por efecto de factores como el diferencial de tasas de interés. Puesto de manera simple, renta más un título emitido en el mercado local que las opciones que se encuentran en el hemisferio norte, lo que le ayuda al billete verde a seguir donde está, al menos por ahora.
Más difícil de entender es el segundo tema. La semana pasada el Dane reportó que el desempleo en abril pasado se ubicó en 10,6 por ciento a nivel nacional, una cifra inferior a la registrada en el mismo mes de 2023. Dicho guarismo resultó ir en contravía de los pronósticos de los expertos que le apostaban a algo por encima del 11 por ciento, apoyados en la debilidad de los indicadores que miden la actividad productiva.
Pero no fue así. Al mirar la información sectorial llama la atención que se abrieron nuevas plazas en el ramo de los servicios, al igual que en la nómina estatal, las cuales más que compensaron las caídas registradas en segmentos como industria o construcción.
Ante lo ocurrido, lo más fácil es hacer mofa de las estadísticas oficiales y sugerir que aquí hay gato encerrado. Sin embargo, nada hace pensar que el Dane haya perdido su independencia técnica de siempre, entre otras razones porque su directora es alguien de mucha credibilidad en el mundo académico.
Asumiendo ese contexto, hay que buscar otras razones. Algunos estudiosos del asunto mencionan la capacidad de resiliencia de negocios de diversos tamaños que tratan de no eliminar personal o de encontrar nuevas oportunidades en medio de las dificultades.
Otros afirman que, en todo caso, la participación de la fuerza laboral como proporción del total de la población no ha vuelto a los números que se veían antes de la pandemia. Unos más esbozan que la fuerte migración de colombianos –calculada en cerca de un millón de individuos durante los dos años pasados– lleva a que haya menos gente buscando activamente trabajo.
Sea como sea, lo positivo es que la perspectiva es menos oscura de lo que se pensaba hasta hace poco. Hecha esa constatación, no hay que cantar victoria, pues una economía que no crece o se expande a tasas inferiores al uno por ciento anual tendrá más dificultades para crear empleos decentes.
Debido a ello, los peligros siguen latentes, junto con la necesidad de impulsar planes de choque que beneficien a actividades intensivas en mano de obra, aparte de actuar con más determinación para reducir el desempleo juvenil o la informalidad. Por eso es válida una reforma laboral, aunque de corte muy diferente a la que hoy languidece en el Congreso.
Información extraída de: https://www.europapress.es/economia/macroeconomia-00338/noticia-tasa-inflacion-eurozona-repunta-26-mayo-20240531110051.html